Opinión | Es decir

Milei y Ayuso

La pregunta es si la presidenta de la Comunidad de Madrid comparte las tesis que Milei afirmó en su discurso: «los impuestos son un robo» o «los derechos hay que pagarlos»

AYUSO ABRAZA A MILEI

AYUSO ABRAZA A MILEI

Salvo la provocación, no parece haber explicación para que la Comunidad de Madrid, o su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, haya otorgado una medalla al presidente de Argentina (a Javier Milei, en realidad). Es sabido que Ayuso no tiene (no quiere) otro rival político que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y, en su particular labor de oposición, acostumbra a hacer política al margen de la política del partido, como prueba o probaría en este caso el que Borja Sémper y Alberto Núñez Feijóo, el portavoz y el presidente del Partido Popular, precisamente ese día y a esa hora de la condecoración, asistieran juntos en Madrid a un acto en la Fundación Acción por la Música, al cual no acudieron periodistas por no estar previsto (tan no previsto estaba, tan limpias estaban las agendas ese día, que el propio partido tuvo que divulgar las imágenes de Sémper y Feijóo con dos palos de percusión en las manos, de pie, deambulando entre los alumnos, como si realmente estuviera allí por ser el Día Europeo de la Música, celebrándolo).

El periodismo coincide en la provocación, si bien aprovecha para interpretarla. Así, para la parte contraria, se confirma el acercamiento de Ayuso a la ultraderecha, o el abandono de la derecha moderada, centrada y centrista, que casualmente es a la que ahora ha virado Giorgia Meloni, la que podría ser su modelo. Y, para la parte favorable, se trata de una crítica al socialismo según Friedrich A. Hayek, cuya tesis viene a decir que el socialismo da el poder a quienes quieren el poder por sí mismo y no reparan luego en nada para conservarlo, más o menos. Y Milei comparte ideología con Santiago Abascal y, como liberal doctrinario, debe de haber leído al menos Camino de servidumbre, de Hayek. O sea que, se interprete como se interprete, provocación es. Fue. Ahora bien: ¿con qué propósito? Porque la provocación por la provocación, solo por gusto, sería un gesto raro en política, donde nada suele ser gratuito, innecesario, o sea, desinteresado.

Es sabido que el rival político de la presidenta Ayuso es el presidente Sánchez. (E, inversamente, tal vez el presidente del Gobierno no tenga, aunque tampoco quiera, otro rival político que la presidenta de la Comunidad de Madrid)

También en esto hay interpretaciones. Se trataría, por un lado, de escandalizar a los socialistas al premiar a alguien que ha insultado y aún insulta el presidente Sánchez, no solo fuera de España sino también en España, llamándole «cobarde» y «corrupto» o afirmando que «compra periodistas o, si no los puede comprar, los persigue». Pero es que la presidenta de la Comunidad de Madrid también le llamó «hijo de puta», es decir, «me gusta la fruta», el día en que presidente aludía en el Congreso a los negocios de su familia o su novio y exigiéndole a Feijóo que la cesara. Y se trataría, asimismo, o por otro lado, de reivindicar la iniciativa privada, la libertad de mercado y el derecho de propiedad, es decir, las ideas del liberalismo que Milei proclama y que tienen su origen en la escuela austriaca (el citado Hayek) y la escuela de Chicago, con Milton Friedman. La pregunta es si la presidenta de la Comunidad de Madrid comparte las tesis que Milei afirmó en su discurso: a saber, que «los impuestos son un robo», que «los derechos hay que pagarlos», que «la justicia social es intrínsecamente injusta» y que el socialismo «es una ideología cuyo único motor es el rencor social». (Esto último, seguro que sí.)

Salvo la provocación, se ha dicho, se dijo al principio. Y se dijo a partir de que el periodismo coincide en que ha sido eso, una provocación, y de que es sabido que el rival político de la presidenta Ayuso es el presidente Sánchez. (E, inversamente, tal vez el presidente del Gobierno no tenga, aunque tampoco quiera, otro rival político que la presidenta de la Comunidad de Madrid). En realidad, se debería haber dicho «parece no haber otra explicación», porque lo cierto es que hay otra explicación. Desde luego, la provocación, sin duda, lo primero, lo evidente, lo más obvio. Pero también provocar, en el sentido de producir una brecha, de causar un alejamiento, de exhibir una distancia. Ayuso: «Estoy encantada con la presencia de Milei». Feijóo: «Milei no está en el espacio político de moderación que reivindico». Milei: «Y el que quiera entender, que entienda»...

Suscríbete para seguir leyendo