Opinión | Editorial

Extremadura, escenario para repensar Europa

La comunidad tiene mucho que aportar en la imprescindible mejora de la competitividad de un continente que debe preservar sus valores sociales

Entrega del Premio Carlos V este viernes en Yuste.

Entrega del Premio Carlos V este viernes en Yuste. / Toni Gudiel

El mundo que conocimos es historia, y para el que ya está aquí es preciso sentar las bases de una nueva Unión Europea en la que Extremadura está llamada a formar parte de la nueva piedra angular donde renazca el espíritu que impulsó aquel primer Mercado Común en 1950 y al que España se adhirió 35 años más tarde. En sus discursos durante la entrega de los Premios Carlos V que anualmente concede la Fundación Yuste, tanto el rey Felipe VI como el galardonado, el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi, vinieron a extender el certificado de defunción de un mundo de dependencia energética y comercio global.

Las cosas han cambiado y Europa se queda atrás en competitividad, aprisionada, sobre todo, entre dos grandes potencias como son Estados Unidos y China. Los países de una Unión que pretendía garantizar la prosperidad y el estado de bienestar de sus ciudadanos tras dos grandes guerras que desangraron el continente ven con temor, además, los conflictos bélicos a sus puertas, que entrañan un escenario inestable, incierto en el abastecimiento de combustibles fósiles como el gas junto a otros de los derivados del petróleo, en manos de gobiernos de territorios donde la paz es pura utopía.

En ese contexto, no cabe otra opción que avanzar con las propias armas que esgrima la UE en su conjunto. Sólo la fuerza conjunta de los, por ahora, 27 socios podrá encontrar una salida y lograr ese renacer que los líderes europeístas como Draghi o el propio jefe del Estado español reclaman para un continente que, en las últimas décadas, ha dejado de ser potencia económica para quedarse en poco más que parque temático para miles de turistas de esos países productores, cuyas rentas crecen merced a las ventas de productos que son de obligada importación, condenando al desabastecimiento en crisis como la pandemia de Covid.

Las líneas sobre el informe de competitividad que, en breve, el galardonado este viernes en Yuste presentará ante el Gobierno de Bruselas contienen toda una llamada a la acción. El primer capítulo de ese exhaustivo estudio se refiere al ámbito energético, en el que urge el desarrollo de las energías renovables en las que Extremadura es puntera y, por tanto, estratégica. Y como Europa, está comunidad adolece de otra punta de lanza básica: la inversión en innovación tecnológica, en la que tanto chinos como estadounidenses llevan la delantera desde hace tiempo. Es necesario estimular la innovación y la investigación, incluso a costa de rebajar los impuestos que gravan a las productoras de energía y que, recalcó Draghi, a cambio castigan en exceso al consumidor y retraen el esfuerzo inversor de las empresas. También abogó por una medida que reclama con fuerza el campo extremeño, así como otros sectores: establecer una armonía fiscal que, sin resultar proteccionista, otorgue ventajas a la producción interna frente a terceros países. Un difícil equilibrio que obligaría a reformar muchas de las normas de funcionamiento actuales en pos de un avance sin precedentes en la armonización fiscal, social y política de todo el continente.

La Europa que dibujaron los líderes europeístas en Yuste no es una Europa encerrada en sí misma, todo lo contrario. La apertura de fronteras, la pluralidad, la atracción de talento proveniente de otros países debe mantenerse con tanto ahínco como la protección de los derechos básicos de los ciudadanos, de la igualdad, contra la discriminación. Reforzar la competitividad, sin por ello descuidar ninguno de los pilares del estado del bienestar que caracterizan el espacio más libre y democrático del mundo es posible. Existen ejemplos que lo demuestran: Suecia, que ha sabido combinar la inversión en tecnología y el avance económico con las políticas contra la exclusión social. En suma, ambición en lo económico sin provocar dramáticos efectos entre la sociedad para alejar los fantasmas populistas y totalitarios que han cobrado fuerza hasta sentarse en los escaños del Parlamento Europeo. Agentes desestabilizantes que parecen querer actuar como una especie de ‘caballo de Troya’, a la espera de que la confrontación que ha sustituido al espíritu de construcción que levantó la Europa de la posguerra haga saltar todo por los aires.

El arrojo demostrado por el homenajeado en el monasterio donde recobró la paz el emperador que soñó con una Europa estado consiguió evaporar los aires de pesimismo que emanaban de su propio discurso. Es lo que tiene exponer de forma clara, precisa y didáctica la realidad. Cuanto antes tomemos conciencia, antes podremos actuar. Es necesario repensar la Unión y para ello pocos escenarios tan propicios para la reflexión como el que ofrece Extremadura cada año de la mano de la Fundación Yuste. Por cada primavera, el latido de Europa resuena en Yuste. Y la esperanza de un mundo mejor renace, así, en el vergel de la Vera.

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