Opinión | Con permiso de mi padre

Ultras, pero depende

La izquierda grita “fachas”, la derecha se acompleja y se empeña en hacer políticas de bajo perfil y en cambiar poquitas cosas

Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra; vistas algunas actitudes, los tropiezos pueden ser infinitos… o tan premeditados que pasan de ser tropiezos a estulticia culpable.

Esto viene a cuenta de la situación política y de las alianzas post electorales, da igual si son patrias, extranjeras, europeas… y con que los políticos, tozudos en sus actos, se empeñan en desoír los mandatos de sus electores.

Es evidente un cambio de rumbo, de tendencia ideológica, que cada vez reclama más un giro hacia lo conservador. En esto hay quien pretende ver un auge del fascismo, porque es bien sabido que a día de hoy todo lo que no sea izquierdas es facha, en distintos niveles de intensidad del paso de la oca.

Así que la izquierda grita «fachas», la derecha se acompleja y se empeña en hacer políticas de bajo perfil y en cambiar poquitas cosas. Hasta mantienen en sus puestos a cargos abiertamente contrarios (algunos despachos de la Junta dan fe de ello) pero no por ello dejan de señalarles como fachas.

Partidos de derechas que, al llegar al gobierno, mantienen las subvenciones a los mismos chiringuitos sostenidos por sus antecesores de izquierda, por aquello de «mantener la paz social», una «paz» que nunca van a conseguir, porque les seguirán tachando de homófobos, fascistas o lo que sea, aun regándolos de millones de euros procedentes de nuestros impuestos.

Visto lo visto, no nos extrañemos ni nos rasguemos las vestiduras ante ciertos auges de extremismos e irracionalidades en los que todos salimos perdiendo

En eso hay que reconocer a los progres su falta absoluta de complejos: arrasan con todo el sistema que les precede y colocan a los suyos sin despeinarse (hermanísimos incluidos). Al menos en las películas el chantajista suele cumplir si el chantajeado paga. Aquí no. Aquí el gobierno del PP paga tanto o más que los de antes, pero no acallan a la bestia. Ni a los bestias. Y siguen tropezando… en la misma piedra.

Así son los complejos, inexplicables y absurdos, de los que te llevan a darte de tortas (casi literalmente) con los contrarios en el parlamento nacional y, sin embargo, negocias con ellos en Europa, en un mano a mano obsceno, el reparto de sillas y presidencias.

Entonces ya nadie es ultra, nadie es enemigo ni adversario. Todo son apretones de mano y buenas palabras, acuerdos para mantener los puestos y el nivel de vida. Que al final, no se engañen, es lo único que les importa.

Luego, visto lo visto, no nos extrañemos ni nos rasguemos las vestiduras ante ciertos auges de extremismos e irracionalidades en los que todos salimos perdiendo.

Pero sé quiénes causan (dudo cada vez más si inconscientemente) todo esto: los que no quieren o no les viene bien mirar más allá, y los que anteponen el interés particular (o familiar) al general. 

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