Opinión | Con permiso de mi padre

Mis paranoias... bien fundadas

Cada vez se compra menos con dinero en efectivo.

Cada vez se compra menos con dinero en efectivo. / EL PERIÓDICO

Hay muchas situaciones que nos parecen imposibles, como propias de ciencia ficción; de esas cosas que no pueden pasar porque están muy alejadas de cuanto hemos conocido y de nuestra manera de entender el mundo. Pero entonces pasan, y nos descolocan, y vemos que no eran imposibles.

Imagino que nadie se planteaba que el mundo entero se paralizase por dos meses, con toda la humanidad metida en sus casas, sin salir excepto para atender servicios básicos, con policías en cada balcón y con chivatos en cada vecino. Y estuvimos caminando por el mundo con las bocas y narices tapadas, evitando dar besos, abrazarnos, evitando el contacto humano.

Pero ocurrió, y desde entonces tengo la sensación de que pueden llegar situaciones insospechadas, sobre todo provocadas intencionadamente, para poner a prueba nuestra sumisión al poder.

He percibido que desde hace algún tiempo hay un interés desesperado por hacernos pagar todo de manera telemática. Compra de entradas, pago de impuestos, suscripciones online... nos hemos vuelto cómodos y el dinero físico es una molestia. La monedas, los billetes, ir al cajero... Así que hemos entregado nuestro efectivo y nos hemos dejado engatusar por lo que no da complicaciones; esto es el resultado de que no parece factible que cualquier día, con una cuenta corriente llena, nos informen de que, visto lo gastado este mes, ya no tenemos saldo para comprar un billete de avión, porque hemos consumido mucho CO2 entre comer chuletones, echar gasolina y otras zarandajas.

«¡Pero oiga, si tengo dinero en mi cuenta!».

«Sí, pero, según lo dispuesto por el Ministerio de Salvación del Planeta, no puede gastarlo nada más que en comprar grillos secos o en asistir a un concierto de Ismael Serrano».

Así que cuando explicas esto, siempre hay quien te dice que le da igual que quede registrado todo lo que paga a diario, porque no tiene nada que ocultar. Que quién va a mirar en qué gasta su dinero. Claro, igual que nadie te impedía viajar y salir de tu país cuando tenías dinero para el pasaje... si tenías al día la cartilla de vacunación.

Así que hay poderes muy interesados en que el dinero fisco desaparezca y quede registrado cada paso que damos. Porque quien posee la información tiene el poder, no sólo para freírte a publicidad, sino para dejarte hacer ciertas cosas y prohibirte otras.

«Exagerada, es que eres una conspiranioca».

Bueno, pues espero que al menos sean conscientes de que algunas entidades bancarias ya nos informan de nuestra huella de carbono de cada mes y de que, por una módica aportación voluntaria, se sembrarán árboles que compensarán nuestro dispendio.

Yo que ustedes, empezaría sacar efectivo y a pagar con él. Aunque solo sea para despistar al enemigo, que quizás no es el partido al que no votan, sino un poder supranacional (¡conspiranoica!) empeñado en determinar qué podremos comer, comprar, sembrar, ver o decir. Pero allá ustedes, ojalá yo esté muy equivocada. Me encantará que entonces me llamen loca.

Suscríbete para seguir leyendo