Opinión | Calle libre

Gradaciones

La lucha contra la violencia de género, las medidas a favor de la diversidad, las actuaciones en cooperación internacional o incluso la Memoria Histórica y Democrática se diluyen de la apuesta decidida por parte de Vox de ser eliminadas

Hemiciclo del Congreso de los Diputados.

Hemiciclo del Congreso de los Diputados. / EL PERIÓDICO

Tanto el Gobierno, como la oposición, desde mi punto de vista, pierden credibilidad cuando afirman taxativamente que la otra parte no hace nada o se equivoca en todo lo que pone en marcha. Siguiendo la teoría de grises, a la que tantas veces acudió Guillermo Fernández Vara, se puede sacar algo positivo del balance de este año político por parte de la Junta de Extremadura. Y lo hemos visto claramente en algunas medidas, mensajes o propuestas lanzadas en el último debate del estado de la región. O bien, precisamente la noticia sea lo que no hemos visto.

Me estoy refiriendo al acierto, a mi modo de ver, del ninguneo a la extrema derecha. Del hecho de que una parte significativa del gobierno de coalición sufre al ver cómo pierde la batalla de las ideas. Cómo buena parte de sus eslóganes más llamativos (por hirientes) caen en el pozo del olvido.

Así, la lucha contra la violencia de género, las medidas a favor de la diversidad, las actuaciones en cooperación internacional o incluso la Memoria Histórica y Democrática se diluyen de la apuesta decidida por parte de Vox de ser eliminadas.

Y lejos de desaparecer del debate político surgen con fuerza. Ya sea porque el PP anuncia su continuidad. Ya sea porque el PSOE o Unidas por Extremadura duden de su efectividad.

Es por consiguiente el momento de las gradaciones. Si el valor absoluto de la apuesta por determinado objetivo puede ser complicado, al encontrar resistencia, no solo política, sino por parte de la sociedad, sería bueno que se apreciase, en la medida de lo posible en qué se puede converger. Si se dejan unos y otros.

Lo lamentable son, sin duda, los bandazos. El decir de manera categórica sí a algo, para pasar luego a cuestionarlo de manera radical. Esas posturas no son bien asumidas por la ciudadanía.

Sin embargo, el saber adaptarse al ritmo que mandan las circunstancias y su entorno, se puede llegar a agradecer.

Otra cosa son los complejos. Es decir, cuando tus principios se resquebrajan por el miedo al qué dirán tus votantes o por el temor a que tenga un coste electoral en la próxima convocatorias.

En ese caso, veo más complicado aplicar las gradaciones. Hay determinados temas, o posicionamientos al respecto, que nos identifican a los militantes (y quiero pensar que también a la mayoría de los votantes). En ocasiones, fundamentalmente motivados por lo que me refería en el anterior párrafo, nuestros dirigentes y responsables públicos titubean a la hora de aplicar lo que supuestamente deberían defender.

Se amparan en la posible pérdida de apoyo. Yo seguiré pensando que precisamente perderán apoyos cuando abandonan los postulados que siempre han defendido.

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