Comedia / Coproducción del Festival de Teatro Romano de Mérida y Verbo Producciones / 70º edición

‘La Aparición’: una obra de Menandro... o no

Cándido es el hijo de Estrabón, del que están enamorados (de Cándido, digo) dos señoras, más o menos, Esperanza y Rústica, pero su padre le quiere casar con Vetusta Próspera, que es muy vetusta y muy próspera y por allí pasaban una corista y una diosa y una madre de armas tomar o más madres.

Mi oficio es dar curso a los sentimientos desbocados. Ah, la catarsis. Qué buena es la catarsis. Y la mayéutica, que nadie explica qué es la mayéutica pero se puede cortar si no la bates bien. Y qué complicado es abrirse hueco editando papiros porque luego llegan los pergaminos y la gente quiere leer en pergaminos o al revés, que no me acuerdo, pero une puede estreñirse si come patatera, créanme. Se lo aseguro. Si no se enteran de nada, no se preocupen. Esto es comedia. Se llama ‘La aparición’ (Pedro Montero le dice ‘el espectro’) y está hasta el domingo en el Teatro Romano de Mérida. Por cierto, mañana comienzan las representaciones en el María Luisa con ‘Monstruos. El prodigio de los dioses’, una obra construida a partir de textos de Calderón de la Barca y con Semíramis, Aquiles y Herodes en escena. 

Pero vamos a dedicarnos a ‘La aparición’. No les voy a contar nada de ‘La aparición’, porque ‘La aparición’ es una comedia y eso significa varias cosas: una, que hay un final feliz; dos, que no muere nadie, ni hay que enterrar a nadie, ni nadie se queda ciego por su propia mano ni ninguna mujer mata a sus hijos; y tres, que cada día es una obra distinta.

Lo que los periodistas vemos en el ensayo general no es lo mismo que vemos en el estreno, y tampoco es lo mismo que verán los espectadores el domingo. Fernando Ramos, actor y productor, me decía que habían dado («habían dado» es «ha dado Paco Carrillo», ese enorme director que colabora tantísimo con los actores) carta blanca a Esteban García Ballesteros y a Pedro Montero, y que los demás seguían el texto. Ellos no. 

Esteban García Ballesteros es... Esteban es una cosa brutal. ¿Hace de perro? Ves al perro. Podría hacer de maceta y lo verías verde. Te borda la comedia, te la borda y te la crea, o la co-crea. Es rápido de mente, es divertido, es un tío interesantísimo y, además, es una bellísima persona, que es algo que cada día me gusta más resaltar. Todos ellos lo son.

Pedro Montero hasta te baila flamenco. Pedro tiene la voz con más testosterona que he escuchado yo en ese teatro romano, qué macho más macho, pero también te interpreta a la corista (con testosterona igual), te borda un clásico (y le escribe un parlamento que podría firmar el mismísimo Francisco de Rojas Zorrilla) y, además, da clases de teatro. No solo eso: es actor, sin compañía, y ha impulsado, y preside, la Unión de Actores y Actrices Profesionales de Extremadura que, con poco más de un año de vida, casi se reúne con Joe Biden. Imparables. Van a crear un Sindicato de Actores (y aquí los periodistas, intentándolo desde hace 30 años, ya ven). 

Paca Velardiez es gloriosa. Al acabar cualquier obra, tú quieres saltar al escenario y decirle: «¡Guapa! ¡Diosa! ¡Titana! ¡Tol teatro pa ti!». Paca baila con las columnas de la scaena. Paca te hace un personaje sexy y una mujer maltratada y una flipada de la vida, y tiene todos los registros. Aquí sesea, sapatea y sufre musho en ehta vida pero ze lo paza mú bien tambié. 

Florián Recio lo mismo te escribe tragedia que comedia que cuentos y, miren, es divertido estar sentada en el teatro romano y ver su mano en ciertos parlamentos. El coro (los hermanos Samino - Abraham, Aurora, Nerea- y Alain Damas están espectaculares) y queremos ver a Carmen Moya, Esmeralda Suárez e Irene Hernández en más escenarios (Irene Hernández ha creado una compañía teatral, pero aún no he podido ver ‘El señor Puta’), porque... Hacer personajes femeninos en una comedia es duro. De verdad. Muchos autores los hacen caer en el histerismo, en la alharaca y en la caricatura de lo que significa ser mujer (que ninguna mujer sabe qué es, por cierto, pero sí sabemos que eso no). José F. Ramos ya ha demostrado su solvencia durante los últimos diez años (ya no es la joven promesa que era hace una década, queremos decir). 

Yo, con las obras extremeñas, voy muy tranquila, por razones que ha explicado varias veces Nacho García Garzón: «Se está convirtiendo en una tradición no formulada que en los montajes de los grupos extremeños incluidos en la programación del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, aliente, por lo general, una ambición artística superior a la de no pocos de otros espectáculos presentes en el certamen».

Con Verbo Producciones siempre voy esperanzada. No tranquila, que también. Voy a ver a una de mis compañías favoritas, a ver qué me presentan. Fernando Ramos tiene un ojo maravilloso para reservarse papeles que le vienen realmente al dedo y para embarcarse en obras geniales, ya sean de Cervantes o de Chejov. Que exista Verbo es un alivio. Muchas gracias.