La ‘profe’ de 10 que no volverá al curso que viene
Una profesora irrepetible en Mérida
Olga Luengo, docente de Historia del Instituto Santa Eulalia, acaba de jubilarse tras 35 años dando clases y asegura que «no tengo más que buenas palabras, intenté hacer mi trabajo lo mejor que pude para que los alumnos, además de aprender las lecciones, sean buenas personas y ciudadanos críticos»
Después de una vida entera dedicada a la enseñanza, dejar la pizarra puede resultar complicado. Hace unos día se terminó el curso para los alumnos de la capital extremeña y también para el profesorado. Eso sí, algunos docentes, como Olga Luengo, inician unas vacaciones que serán más largas de la cuenta y seguramente más amenas que las de cualquier otro año. «No tengo más que buenas palabras, intenté hacer mi trabajo lo mejor que pude para que los alumnos, además de aprender, sean buenas personas y ciudadanos críticos. Después de 35 años dando clases, me quedo con que enseñando a los estudiantes de Secundaria (ESO) y Bachillerato, encontré la felicidad», comenta con una amplia sonrisa en el rostro y un suspiro a El Periódico Extremadura la profesora de Historia del Instituto Santa Eulalia de Mérida.
A Luengo le cuesta bastante contener la emoción que supone decir adiós a más de tres décadas entre las aulas y otro buen puñado de ellos como alumna del citado centro educativo. Igualmente mostró su sabiduría en Jerez de los Caballeros (allí estuvo impartiendo clases de Inglés), en el IES Albarregas y en el Programa Universitario de Mayores. En sus clases, además de dar la lección de Historia de forma bilingüe, Olga siempre procuró ayudar a los alumnos en su proceso de formación vital, recomendando y siendo un pilar de apoyo para muchos de ellos. Y esa parte es la que más le gratifica ahora que emprende el camino de la jubilación. «Con mis errores y aciertos, por lo que siempre he luchado es por los estudiantes, los jóvenes, porque son el futuro de la sociedad», manifiesta con humildad.
Ella ya no dará más clases sobre la Desamortización de Mendizábal o la Segunda República española, pero sí estará para siempre en el corazón de todos los que fueron sus alumnos. Este tiempo de actividad ha tenido también situaciones difíciles, apunta, «como el típico día malo que puede tener cualquiera y no desarrollas el trabajo tan bien como te gustaría porque las circunstancias de la vida te condicionan». Con alegría y con muchos planes para disfrutar (viajar, pintar y un proyecto de Memoria Democrática en La Siberia extremeña), Luengo se lleva el cariño de todos sus compañeros y de 35 generaciones de estudiantes que han aprendido con ella a enfrentarse a los desafíos y, a los que, concluye, echará de menos.
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