Nueva etapa

Una escuela en Plasencia para volar en la cocina

El centro municipal prevé retomar en septiembre sus dos cursos habituales y llenar las 15 plazas que oferta para el primero

Violeta Martín, que se formó en la escuela, es su directora desde el 2022 y, por un lado, ha mantenido aspectos de su antecesor, Jesús Fragua, mientras, por otro, ha aumentado la variedad de recetas y añadido técnicas

Violeta Martín (derecha), Marcos Manzano (enfrente) y alumnos de la escuela de Plasencia.

Violeta Martín (derecha), Marcos Manzano (enfrente) y alumnos de la escuela de Plasencia. / TONI GUDIEL

Raquel Rodríguez Muñoz

Raquel Rodríguez Muñoz

En el 2019, tras 22 años al frente de la escuela municipal de cocina de Plasencia, se jubiló su director, Jesús Fragua. Tres años después, Violeta Martín Mareque, cacereña de 32 años y que había sido alumna, recogió el testigo. En menos de dos años, ha conseguido reflotar la escuela, manteniendo aspectos que aprendió de Fragua e incluyendo otros, fruto de su formación y experiencia. Ahora, espera volver a retomar los dos cursos tradicionales y cubrir las 15 plazas que se ofertan para el primero.

Hasta septiembre hay de plazo para apuntarse a un centro que siempre ha sido muy bien valorado por los restaurantes. De hecho, muchos de sus antiguos alumnos trabajan ahora en cocinas con estrellas Michelín, como Atrio o Versátil. Violeta asegura la inserción laboral para todo aquel que quiera trabajar y le ponga esfuerzo y lo que para ella son tres cuestiones claves y gratuitas: «Puntualidad, buena actitud y limpieza. Las aptitudes se pueden desarrollar».

Violeta estudió Periodismo, pero tenía muy claro que no iba a ejercer y que su futuro estaba en la cocina. Por eso se inscribió en la escuela y, además, estudió otro año en otra e hizo un máster de Gestión de Dirección de Cocina.

También hizo prácticas en Atrio y se quedó en el restaurante cacereño trabajando un año, además de pasar por hoteles hasta que, con 26 años y junto a su pareja, abrió el restaurante Azacán en Hervás.

Tanto su pareja como ella habían estudiado en la escuela y, cuando el ayuntamiento sacó a oposición la plaza de dirección, no dudaron en presentarse. Lo hicieron «porque le teníamos mucho cariño a la escuela, habíamos tenido muy buena experiencia aquí los dos y el recuerdo era muy bueno».

Violeta (derecha), con una alumna de la escuela de cocina de Plasencia.

Violeta (derecha), con una alumna de la escuela de cocina de Plasencia. / TONI GUDIEL

Aunque la plaza la ganó otra persona, Violeta quedó la segunda y, al renunciar el primero, el puesto fue suyo.

Hasta septiembre del año pasado, ha estado sola al frente de la escuela, con los alumnos que estaban en el segundo año del curso. Hace nueve meses, llegó como monitor Marcos Manzano y los dos han hecho un tándem especial.

Higiene y disciplina en la escuela de Plasencia

Los dos disfrutan enseñando. Violeta afirma que ha querido mantener aspectos que aprendió de Fragua, como «que los alumnos tengan especial cuidado con la higiene, que sean disciplinados y que entiendan que en las cocinas hay una jerarquía que es necesario respetar y que les es beneficioso respetar». Pero también ha aportado en la parte práctica «una cocina más variada, que hagan cocina tradicional, pero también cocina internacional, que utilicen técnicas nuevas y variar mucho el menú» que realizan cada día para crear su biblioteca gastronómica.

En el segundo curso, además, le interesa que desarrollen su creatividad y aprendan a diseñar sus propios platos y menús y que vean que es un proceso sistematizado.

A esto han sumado las prácticas en eventos y cursos vespertinos para niños y adultos.

Violeta subraya que la cocina es «vocacional» y que intentan parecerse lo máximo posible a un restaurante profesional, pero sobre todo, que los alumnos salgan motivados y con ganas de seguir formándose porque «la formación dura lo que dura su vida».

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