lluvia fina

Detener la primavera

Es imposible que una ideología retrógrada y con tanta maldad pueda ya frenar las ansias feministas

Jero Díaz Galán

Jero Díaz Galán

El verde, ese verde viento, verde ramas que escribió Federico García Lorca, me llena de desesperanza en este mes de junio en el que una ya empieza a estar cansada de ser valiente, de decir su verdad aunque lluevan piedras, como canta Izal en su «Pequeña gran revolución».

A veces los avatares propios y los ajenos se entremezclan en una especie de carambola circunstancial para complicarte la vida e impedir que tus ilusiones «brinquen alto».

Si te cortan todas las flores, igual no pueden detener la primavera, pero la primavera ya no será igual, por mucho que Pablo Neruda diga lo contrario. Eso me ha ocurrido a mí en el más sofocante mes de abril de la historia y en un mayo que ha terminado en una especie de «rayo que no cesa», con la amenaza ya hecha realidad de la llegada de la extrema derecha a nuestras vidas. 

Es completamente absurdo, cuando no perverso, que una formación que no cree en el Estado de las Autonomías tenga ahora todo el poder para conformar gobiernos en algunas comunidades autónomas, incluida la mía. Es todo tan disparatado como ese verde que da color a un partido que niega el calentamiento global en una de las primaveras más calurosas de todos los tiempos e incluso anima a los jóvenes a cuestionar si el CO2 contamina.

«Apaga y vámonos» te dan ganas de decir ante un partido político que señala como uno de los principales enemigos a batir la «peligrosa» Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidades y que, por tanto, se opone al fin de la pobreza y del hambre en el mundo, a la salud y al bienestar, a la educación de calidad, a la igualdad de género, a la energía no contaminante o al trabajo decente. 

Las denuncias por violencia machista se han incrementado un 33,4% en el primer trimestre del año en Extremadura. No quiero ni pensar cómo puede influir el negacionismo de esta realidad para las mujeres atrapadas en ese horror y que necesitan la seguridad en las instituciones y en la sociedad para dar el paso que les permita salir del infierno en el que viven.

Sin embargo, «orden moral» es lo que le oí decir al líder de esta formación en Extremadura en la noche de electoral, un orden marcado, imagino, solo de cintura para abajo y con los parámetros que únicamente ellos defienden para mayor gloria y desahogo del macho ibérico en mancebías y prostíbulos, como ocurría en esos tiempos de los Reyes Católicos que ellos tanto parecen añorar.

En ese punto de mi escritura, vuelvo otra vez a Pablo Neruda y, a pesar de mi desánimo personal, pienso en que la razón tiene que tenerla él y en que es verdad que «podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera».

Es imposible que una ideología tan retrógrada y con tanta maldad pueda ya frenar las ansias feministas de millones de mujeres que saben lo que les ha costado llegar donde están y que no van a permitir que se dé un paso atrás en la igualdad anhelada, peleada y aún no conseguida.

También hay muchos, muchísimos hombres, que ya no quieren volver a Atapuerca, que se encuentran mucho más cómodos y mucho más felices en una sociedad igualitaria que les permite llorar y emocionarse, mostrar sus debilidades y no solo sus fortalezas.  

Nunca podrán detener la primavera, hacer retroceder el mundo, aunque quieran llevarnos a un oscuro

Ya lo cantaba hace muchos años Martirio, «la acera de enfrente está llena de gente» y los armarios se han vaciado de hombres y mujeres que están dispuestos a celebrar su amor como debe ser, a plena luz del día, en las plazas y en las calles. No son solo los palomos y palomas que vuelan libres en Badajoz y en todas las ciudades, no son solo los trans, los bis, los gays y las lesbianas, los maricones y las bolleras, somos casi todos, porque a la inmensa mayoría de los ciudadanos ya no nos importa con quien se acuesta nuestro vecino mientras nuestra vecino sea feliz y no se dedique a joderle la vida a nadie, como base esencial de la convivencia en pleno siglo XXI. 

Así es que podrán sembrar odio, polarizar, tratar de envenenar con sus bulos y sus teorías negacionistas. Podrán incluso decidir en gobiernos como el extremeño, desde dentro o desde fuera, porque lo harán con sus esenciales cinco escaños que resonarán como piedras en cántaros vacíos, pero nunca nunca podrán detener la primavera, hacer retroceder el mundo, aunque quieran llevarnos a un oscuro, hipócrita y triste invierno de «orden» en lo moral y de «sálvese quien pueda» en todo lo demás.

*Periodista

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