Los extremeños más influyentes

Laura Pascual: "Procuro aprender y escuchar a los que saben más que yo"

 Profesora en la URJC

Laura Pascual

Laura Pascual / Cedida

Luis M. Rollano

Desde los 24 años ejerce como profesora en la Comunidad de Madrid. A día de hoy, Laura Pascual Nebreda (Vic, Barcelona,1991) ejerce como docente en la Universidad Rey Juan Carlos en el Departamento de Economía de la Empresa dentro del área de Comercialización e Investigación de Mercado. Además, también en esta misma Universidad imparte en los grados de Marketing, Publicidad y Relaciones Públicas y Turismo, en el Máster de Alta Dirección y en el Máster de Formación Permanente en Gestión de Relaciones con el Cliente (CRM) SalesForce. También es escritora y actualmente colabora con la Fundación Camilo Prado  

Cuando era pequeña, ¿Qué soñaba con ser de mayor?

Tuve varias etapas. Quise ser abogada y estudiar Derecho como mis padres. En otra época quise dedicarme a la publicidad y a las relaciones públicas y también quise ser profesora. Siempre me gustó muchísimo la comunicación. Recuerdo que durante la carrera mi padre en casa me explicaba materias en las que yo flaqueaba un poco, como contabilidad o finanzas, luego en la biblioteca de la universidad yo se lo explicaba a mis compañeros de clase y al final ellos sacaban mejores notas que yo en el examen. Ahí supe que tenía vocación para enseñar.

 ¿Considera que ha cumplido su sueño?

Creo que se está cumpliendo. Pero todavía queda mucho recorrido por delante y muchas metas por alcanzar. Me considero una privilegiada porque he conseguido dedicarme a las dos cosas que más me apasionan: la docencia y el marketing. Mi trabajo es dinámico, cambiante, divertido y súper gratificante. Creo que enseñar a las nuevas generaciones es todo un privilegio, y un reto también. Nadie dijo que fuera fácil, pero merece la pena.

 Su docencia arrancó con 24 años. ¿Esperaba llegar ahí tan pronto?

 Nunca lo imaginé. Pero la vida me brindó la oportunidad y no me lo pensé dos veces. Hice las maletas y me vine a Madrid con ilusión y reconozco que con algo de miedo también. El primer año que impartí clases daba cuatro asignaturas distintas y completamente nuevas para mí y a la vez estaba haciendo el Máster. No tenía tiempo material para prepararlo todo. Fue duro, pero muy satisfactorio. Los alumnos tenían mi edad, ¡podían ser de mi grupo de amigos perfectamente! Pero disfruté tanto que se me pasaron volando la primera clase, el cuatrimestre y el año académico entero.

 Esto le viene de familia, ¿no? ¿Ha sido importante esa influencia?

 Mi padre ha sido profesor asociado en la Universidad de Extremadura muchos años hasta que se ha jubilado, y sin duda, me ha influido mucho porque es para mí un referente. Él es un enamorado de la docencia y esos valores me los ha transmitido desde pequeña. Igual que la habilidad para escribir libros y artículos y su incansable labor de tener siempre la mente activa y lograr todo lo que se propone. Recuerdo los numerosos años en que sus alumnos le elegían padrino el día de la graduación, y yo pensaba: “qué barbaridad, te han elegido a ti entre un montón de profesores para que les representes y acompañes ese día, deben admirarte muchísimo”. En estos años, cuando me han elegido como madrina en los actos de graduación, me acuerdo mucho de él e incluso le he pedido consejos alguna vez. Y es muy reconfortante.

 ¿Cómo fue ese momento?

Mi padre siempre que llegaba de dar una clase, de grado o de máster, nos contaba anécdotas, historias, lo mucho que disfrutaba dando esas clases… Nos hablaba de sus alumnos con mucho cariño. Con ese brillo en los ojos de cuando alguien te habla de algo que le apasiona. A mí me daba envidia sana, porque encontrar un trabajo que te hace tan feliz, hoy día, es una suerte inmensa. Él era un profesor de esos que se involucraba con los alumnos. Se dejaba la piel en el aula y se preocupaba porque sus clases fueran amenas. Yo intento hacerlo a mi manera, con mi esencia, pero siempre procurando acercarme a su brillante forma de enseñar.

 ¿Cree que usted rompe el famoso refrán de “más sabe el diablo por viejo…”?

Ese refrán es muy sabio, como casi todos. Yo intento suplir esa falta de experiencia con trabajo y esfuerzo diario. Procuro aprender y escuchar a los que saben más que yo. Creo que la experiencia es un grado, y yo siento que cada año que pasa soy mejor docente, tengo más tablas y afronto mejor todo tipo de situaciones, pero, aún me falta muchísimo por aprender. Ya que estamos con refranes, “quién no oye consejo no llega a viejo”.

 Y además, tiene tiempo para escribir libros. ¿Cómo lo hace?

 Cuando se trata de hacer cosas que te gustan e ilusionan, siempre hay tiempo. Poder escribir el libro de Marketing Industrial y de Servicios fue sencillo, ya que es una de las asignaturas que llevo impartiendo desde que comencé a trabajar en la Universidad y la siento como si fuera “mía”. Y que los alumnos puedan consultar todo tipo de dudas sobre la asignatura en este manual es fantástico y muy práctico. He escrito junto a otros compañeros un libro sobre Marketing Sostenible que pronto estará a la venta. También he escrito varios capítulos de libro en diferentes áreas y espero tener la ocasión de participar en muchos más. Es una tarea que requiere tiempo y trabajo pero que me hace muy feliz. 

¿Tiene previsto seguir formándose?

 Por supuesto. Renovarse o morir. En esta profesión, y más aún cuando hablamos de marketing, hay que estar aprendiendo continuamente. La formación debería ser siempre una constante para todos los profesionales del mundo del marketing. Los alumnos demandan lógicamente materia, técnicas, estrategias, ejemplos y modelos de aprendizaje actuales, así que tenemos que estar al día de todo para cubrir sus expectativas. Muy pronto voy a empezar el Programa Superior en Salesforce CRM y Marketing Automation para certificarme. Y cuando finalice mi idea es seguir aprendiendo sobre digitalización. Además, pienso que todo el mundo debería seguir aprendiendo siempre, toda la vida. Una persona se hace mayor cuando deja de aprender.