La incidencia de una patología animal

Los decomisos por tuberculosis cuestan 2,8 millones de euros anuales al sector cinegético extremeño

Las pérdidas se derivan tanto de la captura y gestión de ejemplares afectados como de no poder vender la carne

El consejero de Gestión Forestal adelanta que en Feciex se anunciarán cambios en la normativa  

De izquierda de derecha, Juan Ignacio Rengifo, José María Gallardo y el consejero Ignacio Higuero.

De izquierda de derecha, Juan Ignacio Rengifo, José María Gallardo y el consejero Ignacio Higuero. / Carlos Gil

Cada año los decomisos de ciervos, jabalíes y gamos a causa de la tuberculosis animal tienen un coste de 2,8 millones de euros para el sector cinegético extremeño. Se trata de un cálculo efectuado con datos de la temporada 2021-2022 y que incluye tanto los gastos derivados de la captura y gestión de estos animales como el lucro cesante (lo que se deja de percibir al no poder comercializar la carne). 

Esta estimación, que se efectúa por vez primera, está contenida en el estudio ‘Impacto económico por tuberculosis y gestión de SANDACH (los subproductos animales no destinados al consumo humano) en las monterías de Extremadura’, que fue dado a conocer este jueves en Cáceres, con la presencia de consejero de Gestión Forestal y Mundo Rural de la Junta de Extremadura, Ignacio Higuero.

A diferencia de lo que ocurre con la ganadería, si durante una montería «el animal sale tuberculoso, va directamente a destrucción», un proceso que deben «pagar los cazadores», lamentó José María Gallardo, presidente de la Asociación Interprofesional de la Carne de Caza (Asiccaza), colectivo que ha encargado la elaboración de este informe. Si «organizar la montería», añadió, ya cuesta de por sí «una auténtica millonada, encima tenemos que pagar el coste de la destrucción» de los ejemplares enteros cuando se confirma esta patología «o, lo que es peor, por ser sospechosos» de sufrirla. En este segundo caso, siempre habrá que hacerse cargo de la eliminación al menos de las vísceras. 

Y todo esto prácticamente «con cero» apoyo económico de la Administración, apostilló. Por eso, esgrimió, es «imprescindible» que el sector reciba ayudas para «construir muladares», para la destrucción de estos despojos o para «implementar medidas de bioseguridad en nuestros acotados».

En este sentido, el consejero de Gestión Forestal, Ignacio Higuero, reconoció que «ha habido fallos» en esta materia, pero que desde el actual Ejecutivo regional se «está trabajando en corregirlos». Por un lado, de forma conjunta con el SES con vistas a «modificar el decreto de salud pública sobre cómo hay que hacer las revisiones y las inspecciones en campo»; por otro, abordando, en este caso de la mano del área de sanidad animal, la introducción de cambios en la normativa que regula la gestión de estos subproductos cárnicos, para que dejen de constituir «una lacra para el sector». 

Unas novedades que está previsto hacer públicas en el consejo de caza que se celebrará en la próxima edición la Feria de la Caza, Pesca y Naturaleza Ibérica (Feciex), que tendrá lugar en Badajoz en septiembre de este año. «La carne de caza es una fuente de ingresos que tenemos que cuidar y mimar», afirmó Higuero. «Encontraremos soluciones que sean viables y lógicas», zanjó.

Un momento del desayuno informativo ofrecido ayer en Cáceres para la presentación del informe.

Un momento del desayuno informativo ofrecido ayer en Cáceres para la presentación del informe. / Carlos Gil

Además de diferentes profesionales del sector cinegético, en el informe han tomado parte varios investigadores de la Universidad de Extremadura. Uno de ellos, Juan Ignacio Rengifo, profesor de Análisis Geográfico Regional, resaltó que la tuberculosis genera en el ámbito cinegético «un impacto económico» que debe ser analizado tanto por la Administración como por las entidades «que intervienen en la organización de las monterías, que evidentemente sufren una merma de sus ingresos». Rengifo hizo igualmente hincapié en la aportación positiva que efectúa la caza en las áreas rurales «a través de la creación de empleo y la diversificación de la economía».

Por especie y tipo de coto

El estudio examina los datos a nivel desagregado por animal y también por tipo de coto, ya que el análisis detallado de ambas variables revela realidades que «no son idénticas», precisó este experto de la UEx. Así, teniendo en cuenta la especie, en la temporada 2021-2022 la incidencia de la tuberculosis llevó a decomisar 438 ejemplares de ciervo, lo que se tradujo en unas pérdidas de algo más de 452.000 euros, y 42 de gamo, que supusieron unos 33.000 euros. No obstante, el grueso del perjuicio económico lo concentraron los jabalíes intervenidos, que fueron 2.668, con unas pérdidas económicas de más de 2,3 millones de euros.

Por tipo de coto, más de la mitad del montante total proviene de los abiertos, con 1,5 millones de euros, por un millón que se originó en los cerrados. Los 250.000 euros restantes corresponden a los cotos sociales.

«Pedimos que se tenga en cuenta a un sector que está asumiendo pérdidas millonarias e insostenibles» y que realiza «un importante servicio ecosistémico», pero cuya vialidad se está poniendo en riesgo, criticó Gallardo, presidente también de la Federación Extremeña de Caza. Por este motivo, insistió en que hay que flexibilizar las normativas autonómicas que regulan esta materia teniendo en cuenta «las reivindicaciones y necesidades del sector» y establecer líneas de ayudas a los cotos que les faciliten la lucha contra la tuberculosis y el tratamiento de los subproductos.