Concurso Nacional de Albañilería Chinato

Cuando la emoción pende de un ladrillo

Hasta que no se quitan los listones no se sabe si el trabajo constructivo se ha ejecutado bien

El jurado examina uno de los trabajos en la pasada edición del Concurso de Albañilería.

El jurado examina uno de los trabajos en la pasada edición del Concurso de Albañilería. / Toni Gudiel

Juan José Ventura

Juan José Ventura

Emoción, esa es la palabra que describe el desarrollo del Concurso Nacional de Albañilería Chinato. Las más importantes parejas de albañiles del país se dan cita en la localidad chinata, no solo atraídas por los suculentos premios (en total se reparten 10.000 euros), sino por el prestigio que supone concurrir a una de las citas clave de su oficio. 

Cuando llegan al parque de la Diputación de Malpartida de Plasencia reciben los sobres con el proyecto a levantar, solamente ayudados con los elementos tradicionales del oficio, nada de herramientas eléctricas. La duración del concurso queda a estimación del jurado. A lo largo de varias horas, en las distintas parcelas en las que se ha dividido el parque, los profesionales van haciendo el replanteo, con cuerdas y otros elementos para posteriormente, pasar a colocar con suavidad y parsimonia los ladrillos. Muchas veces se ayudan con listones que tras el forjado tendrán que ser retirados. Es el momento de la verdad, pues muchos de los trabajos se desmoronan como castillos de naipes y otros permanecen en pie ante la mirada de los espectadores.

Camaradería

Después llegan dos momentos muy agradables para todos. El primero el de la entrega de premios por parte de las autoridades a las cuadrillas. Todas reciben una ayuda de 160 euros por participar. Después, como es tradición, en el Hotel Cañada Real, está esperando un almuerzo de hermandad donde se viven excelentes momentos entre los participantes así como escenas de camaradería.