La Historia de Extremadura tiene nombre de mujer

Carmen Flores, la sicalíptica de Almendralejo

La extremeña fue una de las más grandes cupletistas, amante de un sultán y para ella compusieron la célebre La Violetera, que acabaría dando fama a Raquel Meller

Carmen Flores y, al lado, el sultán Muley Haffid, que fuera su amante

Carmen Flores y, al lado, el sultán Muley Haffid, que fuera su amante

Marisol López

Marisol López

Carmen Flores era su nombre artístico. Nada que ver con la famosa saga folclórica, pero también alcanzó la gloria sobre los escenarios a principios del pasado siglo XX. En el Registro Civil figura como Carmen Pereira Barrera, nacida el 28 de diciembre de 1896 en la calle del Caño de Almendralejo, Badajoz. Hija de José Pereira Salguero y María Barrera García, matrimonio que emigraría a Sevilla, donde la niña empezó pronto a dar muestras de sus dotes para el cante y el baile. La carrera artística de Carmen Flores se inició en el mundo de la zarzuela como tiple, por su alto registro de voz. Con tan solo 17 años debutó en el teatro Tívoli de Barcelona. La Ciudad Condal y, sobre todo Madrid, serían las ciudades donde alcanzaría sus mayores días de gloria. Aunque antes pisó tierras sudamericanas con la zarzuela “Molinos de viento”, en Buenos Aires. Durante dos años permaneció en Argentina interpretando zarzuelas y operetas y, años más tarde, volvería a ‘hacer las Américas’, pero ya entonces lo haría como una de las grandes de un género vilipendiado por unos y ensalzado, como símbolo de libertad femenina, por otros: el cuplé.

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Carmen Flores, en el centro, y a su lado Sara Montiel junto a otras artistas / G.D.

La controversia generaba polémicas entre los intelectuales señeros de la época. Así lo señala Gloria G. Durán en su ensayo ‘Sicalípticas. El gran libro del cuplé y la sicalipsis’. A la cabeza de quienes se manifestaban en contra del también conocido como “género ínfimo”, Miguel de Unamuno, quien hacía alusión a la picardía y envalentonada actitud de las cupletistas como si se tratara de una maldición contra su idea de progreso de la nación. «La lujuria, el juego, la embriaguez, entontecen a los pueblos y acercan al hombre al bruto. Si por cada escuela que se abre no se logra cerrar una casa de juego, una casa de prostitución y una taberna, es que la escuela no sirve». Unamuno relacionaba el cuplé con la sicalipsis, término acuñado por «un tal doctor Hurton», para referirse a una ‘enfermedad” relacionada con la «malicia sexual», que ablandaba el cerebro de los hombres y perdía definitivamente en las mujeres.

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Carmen Flores en varias postales de la época. / Colección

Enfrente, los defensores de aquel mundo libertario del que surgía la modernidad y en cuyas raíces se apreciaban discursos de contenido feminista. «Las cupletistas eran futuristas y extra modernistas, las mujeres del futuro, que saben patinar, conducir, regatean en balandros, fuman, y bailan el shimmy. Son el futuro», resume Durán.

Ramón Gómez de la Serna y el propio Azorín se encontraban en las filas afines a la sicalipsis, que la propia ensayista, afirma, rotundamente, “no es pornografía, tiene mucho más que ver con el ingenio y la mundanidad dieciochesca que con el porno. Y eso sí es un problema, que las gentes sean autónomas y decidan sus propias costumbres”.

Una de las grandes

Carmen Flores representa el movimiento sicalíptico como pocas. Fue una de las grandes y compartió cartel con Pastora Imperio o la Fornarina, mantuvo amistad con la dama de la copla, Concha Piquer.

Desarrolló un estilo propio, una mezcla del estilo andaluz y del madrileño. Manejaba el monólogo, de forma que los autores de las letras de las canciones comenzaron a introducirlos y ella las recitaba con auténtica maestría. «Acompañaba sus actuaciones, sin caer en la chabacanería, con chistes subidos de tono y castizos monólogos que hacían reír a los espectadores, por lo que los autores comenzaron a incluir en sus cuplés otros monólogos que ella interpretaba con gracia: ‘Colón, 34’, ‘¡Vaya Modas!’,‘¡Pobres Toros!’, ‘La Chalá’», recogían las crónicas de la época. Juan Padilla compuso para ella ‘La Violetera’, pero, al parecer, resultó demasiado delicada para su repertorio. Y fue Raquel Meller la que acabó haciéndola famosa por todo el mundo. La Meller se refería a Carmen Flores como «un elefante en una cacharrería». Un tanto exagerado según los críticos de aquellos años que aseguraban que la almedralejense «se mantenía en una línea que jamás traspasaba. Era excesiva, pero no ordinaria; alegre, jovial…». Pese a ser una primera figura, había un detalle que puede explicar por qué la famosa canción, que hasta sirvió de banda sonora para Chaplin en ‘Luces de ciudad’. Carmen Flores poseía un bonito timbre de voz, pero ningún control de la misma. No había recibido educación musical, así que todo lo fiaba a su torrente vocal y a su ingenio.

Canciones prohibidas

La leyenda asegura que parte del guion de la versión de ‘La Violetera’ rodada por Sara Montiel en 1958 está basada en la vida de Carmen Pereira o Carmen Flores, de la que se conserva una foto en la que aparece junto al mito de ‘Saritísima’, por esa misma época.

Carmen Flores fue, pues, leyenda y para que nada faltara, hasta protagonizó un sonado romance con un sultán marroquí. Muley Haffid, que había arrebatado el trono a su hermano y acabó igualmente derrocado, se exilió en Madrid, donde convivió con el mundo de la farándula. Tan famoso fue aquel romance que acabó en convertido en fox-trot, una divertida pieza obra de Ernesto Tecglen popularizada por La Chelito.

La década de los 20 del pasado siglo fue el inicio de la decadencia de su carrera. En 1927 se retiró y abrió una tienda de bolsos. Más tarde, en 1935 reapareció junto a otros artistas en ‘Espectáculo Carmen Flores’, con el que giró por varias provincias. Las reapariciones esporádicas se sucedieron hasta 1962. La cupletista que hizo perder la cabeza al sultán pasó a regentar una pensión y una bombonería en Madrid. Allí falleció el 26 de febrero de 1969, a los 84 años. En su tierra natal, en el propio Almendralejo, se la recordó con una exposición hace una década. Su vida está recogida en un libro: ‘Extremeña castiza y reina de las plumas’, del escritor Emilio García Carretero.

Y en canales como Youtube, aún resuena su voz con canciones que en su día fueron prohibidas por su contenido, como ‘La Sindicalista’, que rezaba: «Si pa dentro de dos meses a lo sumo / no funciona un sindicato de castizas /que me metan en un horno en traje de Eva /y que arrojen al arroyo mis cenizas».

Porque Carmen Flores cantó que «La mujer debe de ser como yo pienso / ni soltera, ni viuda ni casá. /Igualdad, fraternidad, legalidad./Reparto de los bienes /Y aquí no ha pasao ná». Pero vaya si pasó.

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