Rugby con pedigrí en Cáceres. Lohan Potgieter se pierde estos días por sus calles, descubriendo sus rincones, su gastronomía, sus habitantes. Nacido en la localidad de George (Western Cape, Sudáfrica) hace 22 años, es el gran fichaje del Extremadura CAR Cáceres de esta temporada. Baste el dato de que en sus dos primeros partidos, sin apenas conocer a sus compañeros, ha sido capaz de anotar cuatro ensayos. Con aportaciones como la suya, el equipo espera salir de la zona baja de la clasificación de la División de Honor B, en la que se ha visto metido por una serie de derrotas al inicio. Es un ‘número 8’ (ala de segunda línea) contrastado.

Su adaptación a nivel personal está siendo positiva, o al menos eso es lo que transmite. La pasada campaña estuvo en Burgos con el UBU Colina Clinic y ayudó al ascenso a la División de Honor. «Cumplimos el objetivo», cuenta, con orgullo. Ahora quiere seguir disponiendo de mucho protagonismo sobre el campo de El Cuartillo, continuando una aventura por el mundo que empezó en Holanda hace un par de años. «Me gusta buscar nuevos retos», resume. Pese a su 1,92 y 96 kilos, no responde al arquetipo de jugador de rugby voluminoso. Es más bien explosivo y rápido, de los que corre con el oval esquivando contrarios más que chocando con ellos con la zona de marca como obsesión. Atrás quedó también una lesión bastante grave de tobillo que le dejó fuera durante varios meses.

Indudablemente es ambicioso. «Vine aquí con un objetivo: si conseguimos la cuarta posición a final de temporada, quizás el año que viene estemos en División de Honor. Para mí, esto no va sobre ser una estrella, es sobre el equipo. Este es un juego de equipo», reitera.

Un deporte como religión

Pertenece a un país de enorme tradición rugbística, «donde todos sabemos jugar porque crecemos con este deporte». «El que trabaja más duro es el elegido. En España es distinto: se ha empezado a jugar ahora, por lo que está en proceso de aprendizaje y hay muchas ganas. En Sudáfrica si te lesionas hay otro jugador, no es un problema», dice.

«Allí jugué bien y fui el capitán más joven de mi equipo, el SWD U20, en la Currie Cup», relata, llegándose a enfrentar a varios ‘springboks’, como son conocidos los componentes de la selección nacional. «En Sudáfrica logré muchos ensayos, pero es otro tipo de juego. Tienes que saber lo que estás haciendo. Es más difícil, pero más fácil al mismo tiempo. También hay otras cosas que no se me dan bien», añade.

Prefiere pasar de puntillas por la complicada situación política que vive su país, que pivota alrededor de la convivencia entre negros y blancos . «Nací después de acabarse el apartheid», asevera, sosteniendo que el rugby «es un deporte para todos cuando antes solo era para blancos», reconoce.

Cerveza y cariño

Su George natal está al sur del sur, a 400 kilómetros de Ciudad del Cabo. Potgieter vive muy lejos de casa («soy del lugar más bonito de Sudáfrica, a orillas del mar, más pequeño que Cáceres»), pero asegura ser «feliz, disfrutando y haciendo lo que me gusta». «No sabía qué esperar cuando llegué y aún no conozco la ciudad, pero he visto un poco y me gusta. La gente en Burgos es más fría. Aquí son más amables, más felices, te abren los brazos, te saludan y me hacen sentirme bien, como en casa».

¿Qué le ha llamado la atención? «Pues… En Sudáfrica la cerveza no forma parte de nuestra cultura. Aquí bebes cerveza con el desayuno, con la cena, con todo. Otra cosa es lo que tenéis con el cerdo, la morcilla y demás. Otra cosa diferente es que en Sudáfrica tomamos cenas abundantes, con pasta, y comidas más ligeras». La interpretación española del ‘tercer tiempo’ también le ha chocado: «En mi país cuando terminas un partido, te duchas en el hotel, cenas algo, analizas lo que ha pasado con tus compañeros y te vas. Aquí, comes y bebes con el otro equipo. Me gusta».