Un viaje del campo a la mesa

El paraíso de la cereza está en el Valle del Jerte

Los cerezos en flor han dado paso a una explosión del fruto gracias a 1,5 millones de cerezos que dan más de 150 variedades de cereza

Mientras La Cerecera ofrece experiencias de agroturismo y visitas a la agrupación, esta prevé recoger esta temporada entre 35.000 y 40.000 toneladas

Valle del Jerte, el paraíso de la cereza

Raquel Rodríguez Muñoz

Raquel Rodríguez Muñoz

Raquel Rodríguez Muñoz

Si la floración del Valle del Jerte, en el norte de Cáceres, ya se ha convertido en un espectáculo de interés nacional, no lo es menos la explosión de su fruto, la cereza. Un paseo por las fincas en las que trabajan más de 3.500 agricultores deja un paisaje de verde y rojo solo posible gracias al sorprendente número de cerezos, 1,5 millones, que dan más de 150 variedades de cereza, entre ellas la más valorada, la Picota, que tiene a su vez otras cinco variedades.

En suma, todo un paraíso en la tierra para este fruto, que conocen bien el Grupo de Acción Local Soprodevaje y la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte, encargada de comercializarlas.

Dos mujeres, Felisa Cepeda y Elisa Esteban, están al frente de Soprodevaje (Asociación Sociedad para la Promoción y Desarrollo del Valle del Jerte), como presidenta y gerente respectivamente. Este grupo, integrado por las principales entidades públicas, económicas y sociales del Valle del Jerte, decidió hace unos años dar un paso más para «poner en valor el producto y los atractivos de la comarca en esta época del año» gracias a un programa de actividades bautizado como La Cerecera.

La edición de este año ya está en marcha y ofrece «una experiencia integral» a todo el que participe. Para conseguir una «inmersión en la cultura agraria» de la zona, es posible adentrarse en una explotación agraria y recoger a mano la cereza del árbol para después llevársela a casa.

Recogida de cereza, en una finca del Valle del Jerte.

Recogida de cereza, en una finca del Valle del Jerte. / TONI GUDIEL

Esto es posible gracias a la colaboración con empresas de agroturismo de la zona, que además, dan información sobre la historia de las explotaciones, la orografía del terreno y la producción y distribución de la cereza.

Así, gracias a Dalila Gándara, Marcos Torres y Alberto Rubio, es posible conocer datos como que una falla ubicada en Plasencia es la culpable del estado abrupto y escarpado del terreno, que llega hasta los 2.400 metros de altitud; que en 1937 se creó la primera cooperativa del Valle, en Navaconcejo o que precisamente las diferentes alturas del terreno hacen posible que la recolección se extienda, como se prevé este año, durante cuatro meses, de abril hasta agosto.

En la cooperativa del Valle del Jerte

Una vez recogidas por el agricultor, se llevan a la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte, en el término de Valdastillas y que preside José Antonio Tierno.

La Cerecera ofrece el 30 de junio, 6 y 13 de julio unas visitas guiadas que permiten conocer al detalle el paso de las cerezas, desde su llegada, hasta su salida hacia los grandes supermercados, tanto nacionales como extranjeros, de hecho, cerca del 60% de la producción se exporta, según Tierno.

Quince cooperativas, del Valle del Jerte, en su mayoría, pero también de la Vera y las Hurdes, llevan sus cerezas a la agrupación. Tierno avisa, una vez quitadas del árbol, empiezan a morir, por eso es fundamental tratar de ralentizar ese proceso y eso se consigue con frío.

Por eso, el primero paso es una «ducha de agua fría», que está entre 0 y 2 grados. En todo momento, la cereza debe estar por debajo de los 5 grados y con una humedad cercana al 100%.

Cerezas en la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte.

Cerezas en la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte. / TONI GUDIEL

El proceso para que una cereza pase el corte y consiga la Denominación de Origen Protegida está medido al milímetro y es un trabajo en equipo entre las manos de las 700 personas que actualmente trabajan en la sede de la agrupación y las máquinas que se encargan de separarlas, calibrarlas, es decir, medir su tamaño, por ejemplo, a base de 27 fotos de cada cereza, separarlas por tamaño y prepararlas para su empaquetado y transporte en los camiones que las llevarán a los supermercados.

La agrupación tiene dos marcas de cereza propias, Zalama y Jerteña y, con las cerezas de destrío, las que no sirven, fabrica aguardiente o licores. Además, trabajan con castañas, higos frescos y secos, arándanos o frambuesas, todo en venta en una tienda cercana.

Las jornadas de la cereza del Valle del Jerte

Gracias al programa de La Cerecera, quien no haya tenido la oportunidad de coger sus propias cerezas y llevárselas a casa tiene también la opción de consumirlas en las XVIII Jornadas Gastronómicas de la Cereza Picota.

Se celebran hasta el 14 de julio, gracias a nueve restaurantes de Jerte, Cabezuela del Valle, Valdastillas y Navaconcejo, que han elaborado menús donde esta variedad de cereza es el ingrediente principal.

Además, Soprodevaje implica a los agricultores con dos concursos, uno que premia las cerezas y picotas más gordas del Valle y otro de fotografía sobre la recolección.

Temporada irregular de la producción de cereza en el Jerte

De momento, la temporada ha comenzado «bastante irregular», en palabras del presidente de la agrupación debido a una menor producción de las primeras variedades a causa «probablemente del mal tiempo que hizo en Semana Santa», explica. Aun así, la previsión de recolección para esta temporada está entre los 35.000 y 40.000 toneladas, en torno a la media de otros años, que ha sido de 40.000.

Hasta ahora, se han recogido unos 9,5 millones de kilos, entre un 40% y un 50% menos que el año pasado, pero se espera que los datos mejoren porque «la gran producción está ahora en campo, todo depende de lo que podamos recolectar y recolectemos».

Tierno destaca dos problemas, la falta de mano de obra y el cambio climático. En el primer caso, señala que hay dificultades en la oferta de vivienda digna para los trabajadores foráneos y, en cuanto a la climatología, ya la están sufriendo y, aunque «tendría que convertirse casi en un desierto para que no hubiera cerezos», lo que se resiente es «la producción».

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