Cien años de una corona

Antonio Luis Suárez pone batuta, alma y fe al Himno de la Montaña

Del modo menor al modo mayor: vida, muerte y salvación. Espejo del Redoble, refugio de hombres y de mujeres, pieza inclusiva, sencilla, pegadiza. Es arte y es devoción la obra maestra de un maestro en el Centenario de la patrona

Antonio Luis Suárez Moreno, director de la Banda Sinfónica de la Diputación, ayer en El Periódico Extremadura.

Antonio Luis Suárez Moreno, director de la Banda Sinfónica de la Diputación, ayer en El Periódico Extremadura. / Jorge Valiente

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Fue aproximadamente hace un año cuando el mayordomo de la cofradía de la Montaña, Joaquín Floriano, le encargó la partitura del Himno del Centenario de la patrona. No pudo haberse escogido mejor batuta que la de Antonio Luis Suárez Moreno, director titular y artístico de la Banda Sinfónica Provincial de Cáceres, del Conservatorio Profesional de Música García Matos de Plasencia, y profesor de la Universidad de Extremadura. «Soy hermano de la cofradía desde que nací, 50 años ya, y seré hermano de la cofradía hasta que me muera», confesaba ayer un emocionado Suárez horas antes del ensayo en la concatedral de Santa María, el templo donde a las nueve de la noche de hoy estrenará junto a la soprano Ana Peromingo y el tenor Juan Carlos Martos una obra cargada de ritmo, fe y devoción por la Cacereña Bonita.

Antonio Luis Suárez rememora los años de carrera de Dirección de Orquesta en los que estudiaba Composición. Aquellos conocimientos le sirvieron luego para hacer los arreglos al grupo Los Secretos cuando actuaron en Cáceres con la Sinfónica en el año 2013. Después siguieron encargos para el Festival Flamenco y la adaptación de una obra para la Banda Sinfónica de Texcoco en México.

Así suena el Himno de la Coronación de la patrona de Cáceres

Jorge Valiente

El prestigioso director define como «apasionante» la composición que ahora le trae hasta aquí. «He querido buscar la relación con el pasado, pero que fuese una obra para el futuro. El pasado, porque los acordes tienen relación con el Himno Virgen de la Montaña, que tradicionalmente cantan los cacereños a la llegada de la Virgen a Concejo». En este sentido, la pieza cambia del modo menor al modo mayor hasta que «todo va cobrando sentido».

La composición parte de la palabra Madre. «Lo tenía claro porque la Virgen de la Montaña es el faro que vela y alumbra la ciudad de Cáceres. El nombre de la Montaña está en la vida de todos los cacereños porque es nuestra guía». A partir de ahí, el autor realiza unos arreglos de la jota del Redoble y compone una obra magistral de cuatro estrofas y estribillo.

«Pensé en hacer el himno como la gente lo cantaría, que se cantase en todas las celebraciones de la Virgen; que fuese fácil, pegadizo, hecho por el pueblo y para el pueblo». De ahí que sea una pieza sin saltos para evitar la desafinación, como hacían los gregorianos con su música lineal.

Armónicamente es una obra muy sencilla, reconocible al oído. Está escrita en modo mayor haciendo referencia a la vida, pero también en modo menor, en alusión a la muerte, para finalizar de nuevo en modo mayor como símbolo de la salvación.

Inclusivo

El himno se refiere a los cacereños y a las cacereñas, «pues es inclusivo», y además, se puede instrumentalizar no solo como Himno del Centenario sino con versiones para banda, orquesta sinfónica, coro, coro y banda, coro flamenco, grupo de guitarras y coro de niños con piano.

La intención es que el próximo 12 de octubre, día de la Misa de Campaña en la plaza Mayor, todos los coros y cantantes de la ciudad puedan interpretarlo al unísono.

Ha sido compuesto por Antonio Luis Suárez con ayuda de su hermano Jorge y dice así: ‘Madre Nuestra, Virgen Santa, luz que alumbras tu ciudad. Es la tierra cacereña que presides en tu altar. Abrazando la Montaña eres vida, eres verdad. Eres faro, eres guía, nuestra Madre celestial».

Y sigue con: «Tú eres la luz del mundo No hay miedos junto a ti. Tú eres camino firme. En la ternura y en la virtud. Protégenos con tu manto. Y ruega desde tu ermita por pobres y por enfermos. Danos alivio en nuestro dolor. Oh Virgen de la Montaña, doncella de tu ciudad, consuelo de nuestro llanto y amparo de todo mal»

Y termina: «Eres la luz verdadera, tu padre el salvador, tus hijos los cacereños y cacereñas son tu amor».

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