El blog del cronista

De Calaff a Busquet

No será hasta mediados del siglo XIX cuando la ciudad de un estirón demográfico significativo que la lleva a contabilizar 14.795 habitantes en 1857

El barrio de Busquet.

El barrio de Busquet. / EL PERIÓDICO

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

En nuestro caminar por la ciudad donde vivimos, nos vamos encontrando con una parte de su historia adosada al callejero local, principalmente a partir de las denominaciones de personas que contribuyeron al desarrollo urbano de la ciudad en tiempos no tan lejanos. Personas venidas de aquí mismo o de lugares lejanos, que hicieron de Cáceres su lugar para la vida y para la inversión de sus caudales. 

En el caso que nos ocupa me voy a referir a negociantes, emprendedores les llaman ahora, que llegados desde Cataluña, en la segunda aparte del siglo XVIII, se pusieron a la cabeza del capitalismo local. Creando un tejido burgués del cual carecía la vieja villa de familias linajudas que, desde hacía siglos, cimentaban su economía sobre la propiedad de la tierra.

En las postrimerías del siglo XVIII aparecen por Cáceres los hermanos José y Miguel Calaff, ambos catalanes, nacidos en el próspero municipio de Copons, partido judicial de Igualada. Su llegada a Cáceres tiene mucho que ver con el comercio lanero, una actividad que se verá culminada en 1827 , cuando Miguel Calaff adquiere el lavadero de lanas de los Barruecos por 340.000 reales a la Condesa de Torrearías, Petra Golfín y Casas. Al margen del comercio lanero , estos negociantes catalanes mercadean con todo aquello que les proporcione riqueza; compraventa de cereales, adquisición de lanas, operaciones crediticias, venta de géneros de ultramarinos desde el azúcar hasta el aguardiente, la creación de un colegio de señoritas en el Palacio de la Isla o inversiones inmobiliarias que les llevaron a construir su propio barrio.

Las Casas de Calaff estaban situadas en las traseras de la calle Parras. Un barrio con el que estos catalanes irrumpían en el mercado inmobiliario local. La actual calle Calaff sigue siendo un modelo urbano de casas de una sola planta, renovadas casi en su totalidad, que sigue manteniendo la imagen de barrio popular donde se asentaron gentes humildes. 

Imagen del barrio.

Imagen del barrio. / EL PERIÓDICO

También oriundo de Copons llegó a Cáceres, en el segundo tercio del siglo XVIII, el comerciante Juan Busquet y Soler, abriendo una tienda de tejidos y coloniales en la calle Pintores que le proporcionó la suficiente fortuna como para erigirse en uno de los capitalistas mas reconocidos de la ciudad. Al margen de su actividad comercial, esta familia catalana invierte en el negocio inmobiliario siendo los promotores, a partir de 1768, del Barrio Busquet, situado entre los accesos a Peña Redonda y la calle Parras, muy cerca del barrio Calaff. Una empinada calle de viviendas que ofreció la posibilidad de residencia para muchas familias que hicieron suyo este nuevo barrio cacereño. 

La barriada cacereña.

La barriada cacereña. / EL PERIÓDICO

Los nuevos barrios erigidos por obra y peculio de los Calaff y los Busquet, suponía el inicio de la superación  de una dificultad topográfica que impedía el crecimiento de la ciudad hacia la Peña Redonda. Un relieve abrupto y empinado que había sido durante siglos una barrera infranqueable, en términos de desarrollo urbano. La Peña Redonda era una zona de canteras que estaba coronada con una vieja garita de vigilancia que permaneció alzada hasta los años de la II Republica cuando se construye la actual Torre del Trabajo. Los terrenos donde se edifican los nuevos barrios de los inversores catalanes son el primer intento de ir ganando espacio urbano en una ciudad que mostraba claros síntomas de agotamiento en lo relativo al crecimiento.

El estirón

El Cáceres de 1791 tenía poco más de 7.000 habitantes, en 1818 había bajado el número de habitantes en casi mil personas, con una guerra de por medio. No será hasta mediados del siglo XIX cuando la ciudad de un estirón demográfico significativo que la lleva a contabilizar 14.795 habitantes en 1857.  

La ocupación de los nuevos barrios va a ser lenta. En el caso del barrio Busquet , sabemos que en 1813 tenía 16 viviendas habitadas, todas ellas por población pechera; sirvientes, jornaleros, zapateros, carpinteros, o viudas como Teres ‘La larga’ o Isabel ‘La paraisa’. En cuanto al barrio de Calaff , en 1887 sus 10 viviendas estaban habitadas por 20 familias ente los que predominaban los jornaleros casi de forma exclusiva. Imperando nuevos vecinos venidos de Torremocha, La Cumbre, Monroy o Plasenzuela. Ambos barrios permanecerían intactos durante siglos , hasta que en los inicios del siglo XX se inician las gestiones para ocupar el viejo espacio de la Peña Redonda por las denominadas Casas Baratas. Aunque eso es otra historia.

El barrio de Busquet.

El barrio de Busquet. / EL PERIÓDICO

Al amparo de los Calaff y los Busquet también se ubicaron en Cáceres otras familias de comerciantes catalanes como Segura, Vilanova, Pujol o Carlés. De su mano llegaron compañías de comercio, nuevos barrios, el nacimiento de la Cámara de Comercio, el primer teatro que tuvo la ciudad, la ascensión al poder concejil de una nueva clase dirigente, así como  diferentes aportes que cambiarían para siempre la fisonomía económica local. Encontrar, en pleno siglo XXI, el rastro toponímico que estos catalanes dejaron en Cáceres , es un motivo más que suficiente para interesarnos por el nacimiento del capitalismo comercial y financiero en una ciudad que experimento profundos cambios a partir de la llegada de comerciantes catalanes y ganaderos cameranos que alteraron el apacible contexto socioeconómico que reinaba en la vieja villa desde tiempos inmemoriales. 

Fernando Jiménez Berrocal es Cronista Oficial de Cáceres.

Suscríbete para seguir leyendo