Crítica Teatral

Simpáticos entremeses del burlón Quevedo

Un momento de la representación 'Polvo serán, mas polvo enamorado' en el Gran Teatro

Un momento de la representación 'Polvo serán, mas polvo enamorado' en el Gran Teatro / Carlos Gil

Miguel Fresneda Corchado

La compañía burgalesa Morfeo Teatro de sátira y pasión nos dio una muy completa lección del mejor teatro clásico, muy desenfadado, que reflejó una “gargarilla’ o clásica troupe de cuatro cómicos: cuatro actores: Francisco Albeas (Cara tiesa), Francisco Negro (Palomino), Santiago Nogués (Legaña) y la muy seria Muerte (Mayte Bona), que les amenazaba con llevárselos.

Buen comienzo fúnebre: al toque de campanas Los cuatro velan a un muerto dentro del modesto ataúd, al que rinden una pleitesía poética del mejor humorista Quevedo, lírico y satírico; pero de pronto resuenan unos toques dentro del féretro y son de un borrachín que precipitadamente encerraron en la caja cuando estaba totalmente grogui. Al pronto se les presenta la muy seria y enlutada Muerte, que intenta llevarse al del féretro, aunque no esté del todo difunto; y los cuatro amigos pactan con ella un compromiso y es que encerrarán a uno en la caja si no logran que se ría con sus entremeses, que van a comenzar a representar, función que no se llevaba a cabo desde el siglo XVII.

Y comienza el ‘teatro dentro del teatro’, restaurando muy dignamente El caballero de la tenaza, aguda burla de la más cerrada tacañería, que irá en aumento en el siguiente hiperbólico entremés de El miserable, en el que un viejete mata de hambre a su anciana esposa, hasta un grado increíble. Y prosigue la burla escénica en este caso en torno a los hombres afeminados y abusados, lo que puede bordear menos la gracia hoy con El marión: hombres disfrazados de mujeres bastante ridiculizadas y con unas historias algo prolijas y menos risueñas que las anteriores.

Al terminar se dan cuenta de que la Muerte no les ha reído ninguna de sus gracias y entonces deciden encerrarla en el ataúd llevándola en brazos hasta depositarla y encerrarla allí, mientras recitan tristes versos sobre la brevedad o fugacidad de la vida, así como de la inexorable muerte que nos espera; pero que, si estamos enamorados, el Amor sabrá burlar a esa ley tan severa, nadar sabrá sobre esa agua fría, morirá mas tendrá sentido y serán ceniza o serán polvo, pero polvo enamorado. Bellísimo final del famoso soneto que comienza “Cerrar podrá mi sombra el blanco día, hora a su afán ansioso lisonjera...”, con un excelente acompañamiento musical de un gran impacto emocional, magnífico broche para cerrar un redondo montaje clásico.

Con esta espectacular comedia burlesca y amatoria se culmina brillantemente el 35 Certamen del Clásico cacereño, con una programación de gran calidad y a la que ha respondido bastante exitosamente el creciente número de aficionados al mejor teatro clásico. Mañana, en la cena benéfica, sabremos los nombres de los galardonados: los felicitamos con antelación, así como a la dirección del Gran Teatro.