Crítica Teatral

Espectacular reposición de 'La torre'

Un instante del montaje ‘La torre’.

Un instante del montaje ‘La torre’. / Carlos Gil

Miguel Fresneda Corchado

La Compañía Cacereña Albadulaque pudo al fin alzar de nuevo el telón del Gran Teatro, el pasado miércoles, con una asistencia mediana, especialmente de jóvenes, que ansiaban admirar el talento actoral de Luis Valle, que ciertamente demostró con creces, especialmente sobresaliente en su expresión corporal, realmente atlética, prodigándose bastante menos en el plano oral, en el que dialogó bastante bien con el robot circular luminoso, que le conminaba dándole órdenes desasosegantes y solo en tres ocasiones se aprestó a recitar unos conocidos y bellamente significativos monólogos calderonianos de La vida es sueño.

Claro que supieron a poco, pese a estar bien recitados. Segis, como Segismundo, el protagonista de la Vida es sueño, castigado por su padre el rey Basilio, reforzaba así su escepticismo respecto a su programa soñado informático-tecnológico de la Inteligencia Artificial, que no lograba dominar, sintiéndose presa de ella. Dio la impresión de que para su extraña dramaturgia escogieron el famoso drama calderoniano de La Vida es sueño como pretexto paralelo de un lucimiento especialmente corporal de Luis Valle. Evidentemente, fue una bella y muy conseguida exhibición del mismo como un consumado trapecista, pero aún no del todo como actor integral. Así y todo el espectáculo resultó muy bello y plástico, pero sobraron contorsiones en el trapecio y faltaron monólogos calderonianos, que dieran más significación al estado anímico de Segismundo, que progresivamente parecía más pesimista, pues el protagonista acaba tirado en el suelo, mientras musitaba: “¿qué es la vida? Una ilusión, Un frenesí, una sombra, una ficción. Que el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños sueños son”. Y la espectacularidad no llegó hasta el final, que esperábamos algo más redondo.

Así y todo, el público, en pie prorrumpió en una larga y entusiasta ovación, consagrando con cariño con ella a Luis Valle y su grupo como un gran grupo, que nos deleitó también con un muy bello acompañamiento musical. Los dos directores y el protagonista agradecieron las insistentes muestras de agrado del enfervorizado público.