La Coraja

Desconcierto en la Ronda del Carmen de Cáceres

Los peatones, en busca de un acceso entre vallas y máquinas de alquitrán

Comienzan los trabajos de asfaltado de la Ronda del Carmen en Cáceres

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Estrella del Arco

El paisaje rara vez varía. Todas las mañanas te cruzas con gentes que van y vienen con prisa hacia el centro neurálgico de la ciudad. Al médico, a la compra…Vaya pinta esas picotas del Jerte en la frutería, oiga, hasta aquí llega el aroma, cómo será el sabor. Pero la prisa, ay esas prisas, con lo que ha tardado en ponerse verde el semáforo de Antonio Hurtado, el color de las nectarinas es como un rayo rojo que desemboca a la vuelta del chaflán del Centro de Reconocimiento de Conductores. Y justo, para clase, la de hoy, una práctica de cómo sortear las obras en la Ronda que lleva, entre otros destinos, al mercado.

“¿Pero niña, qué pasa aquí?”, se arranca una señora. Y es que la ronda ha amanecido vallada, precintada, impracticable para los peatones, tanto para los que cruzan atendiendo las normas cívicas más elementales como para quienes tienen la osadía de jugar a los “forçados” con el tráfico de la mañana. Llevaban dos días avisando. Paradas las máquinas en las esquinas, y tú pensando que si serían los de grúas Eugenio para otro spot de la Casa del Dragón. Error. La fresadora hace su trabajo y el alquitrán se recuece a más de 30 grados antes del mediodía.

Hay que buscar una salida. El pelotón a uno y otro lado de la Ronda vadea calle abajo hasta encontrar un resquicio o, directamente abre una valla a una altura todavía por conquistar en la renovación del asfaltado. Peor lo tiene la mujer tocada con sombrerito que baja con su carrito de movilidad como Fernando Alonso en Montecarlo. Vaya si está concurrida la acera, oiga. Una calle tan estrecha pueda dar para mucho. Ya al otro lado, esta vez el vendedor de la ONCE no tiene quien le reclame “que acabe en 1” o un rasca que liquide de golpe la hipoteca y te abra la puerta de la agencia de viajes a la Prosperidad. Todavía hay sombra junto a la parada del autobús. El puesto ambulante de cerezas ha perdido esta mañana buena parte de su clientela. ¿Andarán buscando por dónde llegar a Cánovas? Una calle tan pequeña cobija, a cambio, grandes historias que van y vienen en busca de un resquicio que les libre de este desconcierto repentino.

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