El bombo

Inauguración de la baldosa traicionera del millón

Un operario arregla una baldosa.

Un operario arregla una baldosa. / EL PERIÓDICO

Antonio Sánchez Buenadicha

Antonio Sánchez Buenadicha

Hace unos días paseaba por la Avenida del Catovi, de la Cruz a la Plaza, y me encontré con el concejal de fastos, fanfarrias, pompas y ditirambos que tuvo la amabilidad de adelantarme la celebración de un acontecimiento único en el mundo: La inauguración de la baldosa traicionera un millón. Ya saben, esas baldosas que apenas las pisasactúan como una catapulta y te salpica de agua el calzado, las medias o calcetines y los pantalones. Le pregunté por las causas de este singular acontecimiento cacereño que es un suplicio para el Catovi cuya principal tarea en este mundo es la de pasear y no está bien que un provecto caballero y unas damas exquisitas tengan que saltar de baldosa en baldosa. 

Hay al parecer varias causas. El bajo presupuesto que limita el gasto en cemento, la reacción del cemento con el agua, las meadas de los perros... La oposición dice que chupan muchos e incluso pudiera ser que alguien cobre comisiones de tintorerías y vendedores de medias. Traté de hacer crítica positiva y le sugerí que las señalizara y numerara y que se proporcionara a los vecinos unos bonos de tintorería. No estaría mal que en invierno pusieran calefacción en las baldosas. Aunque lo más barato e higiénico sería proveer a los paseantes de un bastón detector de baldosas. 

También se cumplen cincuenta años de la balsa que se origina en la acera delante de mi casa así como de varios charcos, piscinas y pantanos que ofrece nuestra ciudad y que pueden estar ubicados en la calzada o en las aceras. Y no piensen que su situación es fruto del azar pues tanta precisión y puntería demuestra que existe una planificación y una inteligencia encargada de repartirlos por toda la ciudad. Puesto que muchos de ellos llevan años en el mismo lugar debemos pensar que cumplen una misión. El Catovi no conoce la misión pero el Excelentísimo y Reverendísimo Ayuntamiento tiene designios inescrutables, como los dioses. Conclusión: los días de lluvia no salga de casa porque la ciudad no está preparada para la lluvia. Bueno, me parece que tampoco está preparada para el calor.