Crítica Teatral

Hilarante velada en Cáceres del rapsoda-bululú El Brujo

Miguel Fresneda Corchado

El viernes 14, en una fresquita Plaza de san Jorge, atestada de un público muy risueño, el cual se divirtió de lo lindo con este actor único, solo acompañado del violonchelista Alaejo, para enfatizar sus recitados principalmente místicos, que no prodigó en demasía, pues consumió mucho tiempo con su descacharrante anecdotario literario, político y tabernario.

Reconoció el origen teatral del título de la inclasificable función, debido al director teatral ruso Estanislavski. De su infancia recuerda la vida comercial del padre: catador y comercial de vinos finos, así como de la pensión que regentaba su madre, donde se alojaban merceros como el que vendía enormes bragas, en la que entraban todos y picudos sujetadores muy peligrosos. 

Pasa a contar la escandalosa vida amorosa del voluble y eximio poeta y dramaturgo Lope de Vega, que aún siendo cura maduro, seguía acostándose con mujeres: de él recitó un conocido poema amoroso y también otro religioso muy interpelante. Más poemas místicos atribuidos a san Juan De la Cruz siguieron, pero después se bajó a recitar un osado poema escatológico y ‘cular’de Quevedo. (Más resonantes risas).

A petición del público habló de la conocida tragedia Romeo y Julieta, la cual relacionó con la Antígona de Sófocles como mujer valiente y defensora del enterramiento de su hermano Polinices; a estas dos mujeres les movía su volcánico y gran amor, el motor del mundo. También recitó el famoso soneto 142 de William Shakespeare, en medio de anécdotas tabernarias de uno que repetía Sá-sá para querer echar sal a un huevo frito, reivindicando así el andaluz como cuarta lengua cooficial. E ironizando sobre un espectador que salió de pronto y antes de echar el invisible telón, este divertido juglar moderno, se despidió hasta mañana, pues el sábado repetía función, pero sin saber muy bien de qué iba a tratar, reconociendo así que necesita un guionista que le ordene sus caóticas intervenciones, sin orden ni concierto, metiéndose un poco con los críticos, que le echamos en cara su atípico estilo teatral.

Pero nadie puede cuestionarle que muy a su modo, con aciertos y desaciertos, sabe llenar graderíos y divertir al personal riéndose a mansalva, incluido él como gran bufón de la corte. Por todo ello el entregado público se lo agradeció con muchos aplausos y Bravos, suponiendo que el sábado ocurrirá algo similar.