Sentido homenaje

El cura Tino se jubila y deja huérfana a Cáceres

Nacido en el municipio burgalés de Pedrosa del Príncipe, llegó a Cáceres en septiembre de 1979 y, desde entonces, se ha ganado el cariño y el respeto de todos por su desempeño en favor de la comunidad

Tino se despide de los fieles cacereños tras 45 años en la ciudad

Jorge Valiente

Se marcha Tino Escribano, emblema de la parroquia cacereña Virgen de Guadalupe, y cientos de cacereños lloran su partida. El sacerdote, tras casi 45 años en Cáceres dedicados en cuerpo y alma a la iglesia del barrio de Moctezuma, regresará a su localidad natal, Pedrosa del Príncipe, perteneciente a la provincia de Burgos, para pasar tiempo junto a sus familiares.

Ello, unido a los problemas de apnea del sueño que padece y que no le permiten descansar debidamente, tal y como ha reconocido, han motivado que Florentino Escribano Ruiz, a sus 70 años, decida emprender el viaje de vuelta hacia el lugar donde dio sus primeros pasos. 

Pero antes de partir, la comunidad parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe ha querido darle una despedida a la altura de su figura y, para ello, ha organizado este sábado una misa de acción de gracias como reconocimiento por todos los años compartidos junto al párroco. La ceremonia, que ha contado con homenajes y ofrendas de todo tipo y ha terminado con una comida en los salones de la parroquia, ha provocado la emoción del protagonista y de muchos de los asistentes, desde abuelos hasta niños, que han abarrotado la iglesia en un día muy especial y emotivo para todos.

«No quería ningún homenaje ni despedida porque sabía que lo iba a pasar mal», ha confesado Tino, entre el calor de sus parroquianos.

Casi al término de un acto que se ha prolongado durante casi hora y media, una enorme fila de feligreses ha querido despedirse en persona del cura cuya salida marcará un antes y un después en la historia eclesiástica de la ciudad.

Toda una vida en ‘comunidad’

La historia de Tino a su llegada a Cáceres se remonta a septiembre del año 1979. Por aquel entonces, un joven sacerdote perteneciente a la Congregación de los Hijos de María Inmaculada llegó a la capital cacereña con la maleta cargada de ilusiones y dispuesto a comenzar una nueva vida. Empezó a estudiar Magisterio, en los primeros años de la Universidad de Extremadura. En ese tiempo, el obispado promovió la creación de la parroquia Virgen de Guadalupe, entonces ubicada en unos barracones del barrio de Moctezuma. Fue entonces cuando Tino dejo la congregación para unirse a la diócesis como párroco junto a Juan Carlos Castro Guardiola, que llegaba a Cáceres con la intención de cambiar la mentalidad de la Iglesia.

Y así fue. Virgen de Guadalupe protagonizó una revolución y logró convertir a la parroquia en la casa de todos. Con el fallecimiento de Castro Guardiola, Tino cogió las riendas y continuó haciendo comunidad hasta ganarse el cariño de la ciudad, tanto por su labor religiosa como por su manera de ser y de actuar.

Ahora, su testigo lo recoge su mano derecha, Ángel Martín Chapinal, también párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, que ha participado en la eucaristía junto a otros tres sacerdotes de la diócesis Coria-Cáceres: Francisco Neila, Isaac Macarro y Francisco Delgado.

Su relevo en el cargo ha señalado que «Tino considera que ya ha cumplido su trabajo. Salió de casa a los diez años y cree que es hora de regresar con sus hermanos». Aún así, asegura que seguirá acudiendo cada mes «si puede ser» a la capital cacereña para «ofrecer cursos a catequistas, para el liderazgo en los seglares y para ofrecernos a todos su conocimiento». 

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