El blog del cronista

Juana I de Castilla y la Villa de Cáceres

Santos Benítez Floriano

Santos Benítez Floriano

Se suele pensar que la historia la escriben siempre los vencedores, de ahí que sea tan difícil ser neutral y objetivo a la hora de analizar los hechos históricos; los perdedores suelen tener poco protagonismo en la historia de la humanidad.

Yo no estoy de acuerdo con ello, la Historia la hacen todos, los que ganan y los que pierden.

Y de perdedores vamos a tratar hoy, de una Reina Juana I de Castilla una de las reinas más tristes que ha tenido nuestra historia de España, pero ello no nos debe hacer olvidar que fue reina de Castilla entre 1504 y 1555, compartiendo el título regio madre e hijo durante muchos años. Cabe pensar que la muerte de Juana fue la señal que hizo a Carlos I abdicar en su hijo Felipe II.

A pesar de ser Reina, no ejerció con plenos poderes, ya que permaneció cautiva por orden de su padre, Fernando el Católico y de su hijo, Carlos I, casi 46 años de su vida.

Las gentes de su época la consideraron un personaje entrañable digna de lástima, de ahí que haya sido una de las reinas más populares, pero no por sus hazañas y logros espectaculares, sino porque por una serie de circunstancias personales, familiares y sociales nunca pudo asumir el papel al que parecía estar destinada por ser hija de los Reyes Católicos.

Nada más y nada menos que en la fachada plateresca de la Universidad de Salamanca aparece en un medallón la figura de Juana I de Castilla. La profesora Paulette Gabaudan Cortés ha estudiado los símbolos de la fachada universitaria y nos señala que constituyen lo que ella llama “El mito imperial” y formando parte de ese mito del Imperio Español está Juana.

Su recuerdo resultó muy interesante en la época romanticista, ya que reunía en su persona aspectos muy valorados en ese tiempo: la pasión amorosa de Juana y Felipe, llena de momentos de amor pleno y de celos desmedidos, con auténticos tintes de tragedia, y una locura de amor que estalló a la muerte de Felipe el Hermoso.

Este personaje fue pintado por artistas como Manuel Tamayo, Emilio Serrano, Lorenzo Vallés, Santiago Sevilla o Francisco Pradilla Ortiz, cuyo cuadro “Doña Juana la Loca”, existente en el Museo del Prado es de un dramatismo que sobrecoge.

La figura de Juana ha sido además llevada a la gran pantalla, quien no ha visto “Locura de Amor” (1948) de Juan de Orduña, haciendo de Juana la gran actriz Aurora Bautista, o “Juana la Loca” (2001) de Vicente Aranda, que protagonizó Pilar López de Ayala.

Hay también una ópera titulada “Juana” (2005), con libreto de Rebecca Simpson y música de Enric Palomar.

Existen infinidad de biografías, novelas históricas, ensayos, etc. sobre la vida de Juana la Loca.

De Juana I de Castilla hay escasa documentación, ya que Fernando el Católico, Carlos I y Felipe II se encargaron de que desaparecieran casi todos los documentos que tuvieran relación con la vida, encierro y muerte de Doña Juana.

En el “Corpus Documental de Carlos V”, impresionante obra del profesor Manuel Fernández Álvarez, aparecen 50 documentos sobre Juana, referentes a su cautiverio, su situación mental, su salud, su vida y su muerte, escritos por los Marqueses de Denia, San Francisco de Borja o Juana de Austria a Carlos I y de éste a ellos.

El 19 de Enero de 1479 moría en Barcelona Juan II de Aragón, a la edad de 81 años, padre de Fernando el Católico. La noticia les llega a los Reyes Católicos en Guadalupe, por lo que se trasladan rápidamente a Trujillo y en la Iglesia de Santa María celebraron un funeral en su memoria.

En aquel tiempo, los Reyes Católicos seguían en lucha con Juana la Beltraneja en la guerra de Sucesión, ya que Mérida y Medellín seguían apoyando a la Beltraneja con la ayuda de los vecinos portugueses; hasta que por fin en Alcáçovas se alcanza la tan deseada paz, venciendo los Reyes Católicos la guerra.

Y en la ciudad de Toledo el 6 de Noviembre de ese año 1479 Isabel la Católica da a luz una preciosa niña a la que pusieron de nombre Juana en recuerdo del monarca aragonés fallecido y el mismo nombre que su hermano mayor y sucesor a la corona Juan.

Juana fue formada en urbanidad, costura, bordado, lectura, música y en lenguas romances. Su educación fue supervisada por su madre la Reina Isabel, creciendo en los alcázares de Segovia, Toledo o Ávila.

Tuvo de preceptor a Alejandro Geraldino y, sobre todo, a Beatriz Galindo, conocida como “La Latina”. Sus biógrafos destacan sus excelentes habilidades y destrezas en la danza y en el toque de clavicordio.

Pero desde bien pequeña dio muestras de un carácter muy independiente y de un escepticismo religioso que le hicieron chocar innumerables veces con su madre que nunca llegó a entenderla.

Juana jamás pensó en llegar a ser reina pero la muerte de sus hermanos Juan e Isabel, de su sobrino Miguel de Paz y de su padre Fernando el Católico la hicieron convertirse en heredera de las coronas de Castilla y Aragón.

En el Archivo Municipal de Cáceres tenemos dos documentos donde aparece Juana I de Castilla. En el primero de ellos, de fecha 1513, Juana confirma el privilegio dado por Sancho IV el 18 de febrero de 1291 sobre los adehesamientos del Casar, aldea de Cáceres, para que nadie pudiera adehesar en media legua de terreno alrededor del pueblo. El Casar luchó por independizarse de Cáceres pero tenía un grave problema carecía de término municipal. Sancho IV no les concedió territorio pero prohibió el adehesamiento de su término.

Y en el segundo documento aparece Juana confirmando el Privilegio dado por Enrique IV a Gutierre de Solís, por el que se le concedía 40.000 maravedís de juro sobre las Alcabalas y Tercias de la Villa de Cáceres a través de una Real Provisión de Juana I de Castilla de 2 de Noviembre de 1509. Gutierre de Solís era hermano de Gome de Solís, maestre de la orden de Alcántara, y alcanzó estas mercedes por el buen trato que tenía con Cáceres.

Apenas dos documentos existentes en el Archivo Municipal de Cáceres sobre Juana I de Castilla y el territorio cacereño.

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