las novedades de una trama que salpica al municipio cacereño

Salorino, el pueblo extremeño donde invertía la 'trama Koldo'

Juan Carlos Cueto tiene a cuatro personas contratadas en la finca El Corcho

Los vecinos aseguran que no guardan ninguna relación con el acusado por corrupción

Vídeo | Habla Salorino sobre el testaferro de Koldo: «Daba trabajo al pueblo»

Jorge Valiente / Ángel García Collado

Juan Carlos Cueto, el testaferro de Koldo García, daba trabajo a Salorino a través de la finca que tiene en propiedad de una de sus empresas. Hasta cuatro personas del municipio trabajan a jornada completa en el terreno conocido como ‘El Corcho’. La actividad cinegética y la gestión forestal, principalmente a través del descorche de alcornoques, son las trabajos que se desarrollan en este campo de más de 600 hectáreas de superficie, según indican fuentes vecinales.

El Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid autorizó a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil el pasado 20 y 21 de febrero para el registro de las fincas que Cueto tenía en propiedad en Salorino a través de la sociedad Alcotán SL por un presunto delito de pertenencia a organización criminal, blanqueo de capitales, cohecho y delito de tráfico de influencias debido a la trama del caso ‘Koldo’ con la adjudicación irregular de contratos de venta de mascarillas por 54 millones de euros. En el auto emitido consideraban suficientes, racionales y bastantes los indicios de que en los inmuebles que hay en la zona pudiesen encontrarse efectos relacionados con los delitos investigados. El interés residía en que «Cueto daba instrucciones de que se traslade a ‘su finca de Cáceres’ mobiliario y objetos que guardaba en su residencia habitual».

No tenía relación con el pueblo

Este diario consiguió el testimonio de uno de los empleados de la finca, quien prefirió no identificarse, y cuenta que «tanto el dueño como sus familiares son muy buenas personas». «No tenemos miedo, la vida seguirá pase lo que pase», señala. Asegura que «no frecuentaban el pueblo salvo en casos aislados, tres o cuatro veces al año. Y solo tenía relación con las cuatro personas que trabajamos allí, algunos vecinos ni siquiera sabían quién era el que había comprado la finca».

Sin embargo, vecinos de Salorino sí que señalan que, aunque no era habitual, acudía algunos domingos a misa. También a la gasolinera, que está a la entrada del pueblo, para comprar la prensa. Los que sí que han tenido contacto con él le definen como una persona muy alta, delgada, nada extravagante y educado.

El respeto que la población de Salorino tenía a Cueto es palpable en cada uno de los testimonios de los vecinos: «Daba trabajo al pueblo, y eso nos ayuda mucho porque vamos justos», señalan dos viandantes que paseaban por la carretera que atraviesa el pueblo.

El alcalde del municipio, Álvaro Sánchez Cotrino, incide en que «recibimos con sorpresa la noticia por ser una finca del propio municipio, pero muchos ni siquiera le conocíamos». Sí que le reprocha que «tuviese una actitud avariciosa en una situación en la que todo el país estaba pasando por un momento muy peligroso».

Salorino: tranquilo y atónito

El pueblo se mantiene tranquilo, porque saben que al municipio no le incumbe más allá de la fama que están ganando, y atónito, ya que no se esperaban un caso de corrupción tan cerca de su municipio. Un ejemplo es el de Antonio Carrasco, un vecino de Salorino. «Es un tema del que la gente no quiere saber nada, nos da igual», indica.

Carlos Avelino regenta el bar que está situado justo en la plaza de la Constitución y explica también que «la gente del pueblo está muy agradecida con Cueto porque da trabajo. Es una noticia que no nos hace gracia porque estamos saliendo en la televisión por algo con lo que no tenemos nada que ver. Lo que suena es Salorino, no la finca El Corcho, que es donde ha tenido lugar todo el entramado, remarcó.

Isidra Mendo explica que ella conoció la noticia a través de un repartidor de quesos mientras estaba comprando en la tienda del pueblo: «Llegó y nos dijo que la que había montada en el pueblo era muy seria. Hasta entonces no nos habíamos ni enterado. Luego ya sí que lo hemos visto en la televisión, pero tampoco nos importa mucho porque no nos afecta a nosotros».

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