BALANCE DEL SECTOR TRAS EL FESTIVAL

Los hosteleros dicen ‘no’ al botellón en Womad Cáceres

Piden una normativa unificada con los eventos en la zona monumental. En general, notan un descenso en las ventas acorde con la menor afluencia de este año

La hostelería dice 'no' al botellón en Womad Cáceres.

La hostelería dice 'no' al botellón en Womad Cáceres. / EL PERIÓDICO

Eduardo Villanueva

Eduardo Villanueva

La propia organización agitaba el pasado domingo el eterno debate sobre la conveniencia o no de permitir el botellón durante la celebración del Womad. Más allá de las cifras de un evento que se revela masivo año tras año, queda por resolver esta disyuntiva. La cuestión es quién le pone el cascabel al gato. Porque el asunto colea ya desde hace más de una década y ninguno de los sucesivos gobiernos locales ha tomado cartas en el asunto.

Bandazos

En la hemeroteca quedan las declaraciones en 2017 del entonces portavoz del gobierno popular Valentín Pacheco, que cuestionado por los medios acerca de si se habían planteado o no autorizar más botellones respondió que «retirar el botellón del Womad puede crear problemas de seguridad». Precisamente, la seguridad es el argumento al que se agarra el gobierno actual para plantear su prohibición. Algo que ya hizo con el concierto de Los 40 pero que no se ha atrevido a replicar durante el festival de las músicas del mundo.

En palabras del alcalde, Luis Salaya, conseguir un Womad sin botellón es un asunto que se llevará a las organizaciones culturales y al Consejo de la Juventud para aspirar a que, «dentro de un año o de dos como mucho, no haya botellón, por una cuestión ya no de la propia concepción del festival, que también, sino por una cuestión de seguridad».

La seguridad es el argumento al que se agarra el gobierno actual para plantear su prohibición

«No podemos tener el suelo lleno de basura, es algo que no solo es inseguro sino que además choca con la propia filosofía del festival y eso me preocupa», apuntaba el regidor en el balance del pasado domingo.

Ya el año pasado, cuando Salaya afrontaba su primer Womad como alcalde (y el primero tras la pandemia de la covid), el regidor se apuntaba otra declaración de esas que quedan en la hemeroteca. Pedía que no se hiciera botellón durante los conciertos, aunque no se prohibía expresamente porque el daño que se causaría con controles muy estrictos «sería mayor» que el beneficio.

De esta forma, el botellón de Womad ha ido tejiendo una tela de araña que ha envuelto al festival en un éxito sin precedentes de público, pero que ha invadido la propia sonoridad de un evento que, según repiten hasta la saciedad los más veteranos, ha perdido su ‘esencia’.

Público en torno al escenario de Womad Cáceres; los que acuden a escuchar los conciertos.

Público en torno al escenario de Womad Cáceres; los que acuden a escuchar los conciertos. / EL PERIÓDICO

Estampas de Womad

Lo cierto es que el festival sigue manteniendo su estampa intergeneracional; con un público sectorizado: los que acuden a escuchar los conciertos y se posicionan cerca del escenario, los curiosos que se apostan en los soportales de la Plaza Mayor (suelen ser gente de más edad), los jóvenes que santifican el botellón en la parte trasera (sin importarles, aparentemente, lo más mínimo la calidad musical del festival) y un público (adulto-joven) que abarrota San Jorge para dejarse llevar por la buena sintonía de un festival que, milagrosamente, no genera apenas incidentes de gravedad.

Estampa típica de Womad en la Plaza Mayor.

Estampa típica de Womad en la Plaza Mayor. / EL PERIÓDICO

Normativa unificada

El otro balance de Womad lo ponen los hosteleros, que han visto cómo sus ventas han descendido este año tras un festival que rompió el molde el año pasado. Y al sector de la hostelería del centro, obviamente, el botellón no les interesa porque les resta caja.

Así lo manifiesta Alba Zapata, de La Tula, que durante la (breve) polémica de las barras sin cañero se erigió en una suerte de portavoz del sector de hosteleros en la Plaza Mayor: «La gente acampa en la plaza, y beber en la parte antigua no se debería permitir», explica a el Periódico Extremadura.

«De qué vale que me exijas vasos reutilizables y luego permites el botellón sin control; el propio ayuntamiento se contradice y los hosteleros pagamos el pato, pese a la inversión que hemos hecho en mercancía». Es por ello que Zapata insta desarrollar una «normativa unificada para todos los eventos que se realicen en el centro», esto incluye a festivales como el de blues o el de la AMEx. «Hemos tenido ventas gracias a que al final se nos permitió tener cañeros y botelleros, pero el botellón nos frena claramente». 

También habló ayer a los medios Manuel Rey de el Restaurante Cáceres: «Es un macro botellón impresionante. Hay que aguantarlo pero hace daño al sector; sobre todo, cuando en otros eventos no se permite». 

«Cáceres creo que es Womad y que el futuro de Womad y de Cáceres siguen ligados durante muchos años», resaltó Salaya el domingo. Habrá que esperar al Womad de 2024, ya sin elecciones, para saber qué deriva toma el festival.