Crónica del concierto
Ricky Martin congrega a más de 6.000 personas en Badajoz: "Ustedes son como un vicio"
El artista se entregó anoche durante 90 minutos sin pausa ante un público mayoritariamente femenino que coreaba todas sus canciones
"¡Badajoz, cómo estás! No es una pregunta. ¡Se lo confirmo! ¡Cómo estás!. Muchas gracias por esa alegría que ya siento!. Con estas palabras se dirigió anoche el cantante puertorriqueño Ricky Martin al numeroso público, mayoritariamente femenino, que lo recibió entusiasmado en la Alcazaba de Badajoz. Acababa de comenzar el concierto. Por todo lo alto.
El artista más internacional de cuantos han pisado el Alcazaba Festival cantó durante hora y media. 90 minutos, ni uno más, ni uno menos, en los que repasó sus temas de siempre y algunos nuevos, los más conocidos cargados de ritmos latinos y también baladas. Demostró que sabe cantar y demostró que sabe bailar. Sabe y puede. Cantó, bailó y no paró de sonreír en todo el concierto demostrando que está en plena forma a sus 52 años bien llevados. ¿Quién dice que está gordo? "Qué brazos, se puede escribir El Quijote en ellos", comentaba Fulgen al salir por la puerta del Capitel, todavía con resaca de lo que acababa de ver y de escuchar.
El concierto empezó sobre las 22.40 horas. En el centro del escenario, el de mayor dimensión colocado en este recinto patrimonial, unas escaleras a modo de espectáculo de revista, detrás una gran pantalla y otras dos, a ambos lados. Un ciprés tapaba parte de la de la izquierda. No era un problema. Estaba a la vista desde cualquier rincón.
Primero salieron los músicos y después los bailarines. Imágenes proyectadas de la trayectoria del cantante y empezó a sonar la música de 'Pégate un poco más', que sus fans incondicionales no tardaron en reconocer. Ricky Martin estaba en el escenario y abajo empezaba el griterío y se encendían los móviles. Traje negro con pantalones amplios y chaqueta de marcadas hombreras, de la que no tardó en desprenderse. Gritos de admiración. Se quedó en camisa, negra, transparente. Llevaba camiseta sin mangas debajo.
Indumentaria
A lo largo del concierto fue cambiando de indumentaria. En varios temas lució una gabardina blanca. Desacierto para el clima de Badajoz. No llevaba mangas. Algo es algo. Cambió la camisa por una cazadora también sin mangas de seda y la camiseta negra por otra blanca y terminó en vaqueros, como sus bailarines. El grupo de baile protagonizó con sus marcadas coreografías todo el espectáculo. Elásticos e incansables.
"Ustedes son como un vicio, una droga buena, me tienen enviciado"
Empezaba bien, con invitación a bailar. 'Un pasito palante'. El concierto prometía ritmo. Sirenas y luces largas para cambiar de tema. "Sube la adrenalina' y el cantante ya había conquistado a su púbico. Acababa de comenzar y lanzó el mensaje de agradecimiento. "Ustedes son parte esencial de esta carrera, con altas y bajas, pero siempre con mucho amor y con mucha entrega", se sinceró. Y siguió halagando a sus incondicionales. "Ustedes son como un vicio, una droga buena. Me tienen enviciado". Abajo le gritaban.
Cuatro canciones más sin parar y una breve pausa de apenas unos minutos dio paso a las baladas. '"Si tu recuerdo me hace bien o me hace mal'. El público se rindió redondeando las estrofas y el cantante le dejó hacer. "O me hace mal".
Lo mejor estaba por venir. El solista del coro abrió la última parte del concierto con 'Remenéate", para dar paso a 'La Mordidita'. "¿Paramos? ¿Seguimos?". Los fans no querían darle tregua. 'Por arriba, por abajo'. El cantante se limpiaba el sudor. 'Vente pacá'. Movimiento de caderas dando la espalda a sus fans. 'La vida loca' en castellano e inglés.
El concierto se detuvo. ¿Ha terminado? ¿Sin despedirse?. Aún quedaba la apoteosis. Volvió a salir. Se había cambiado de pantalones. "Alé, alé, alé". No podía faltar 'La copa de la vida'. Presentó a su equipo, "mi familia", a sus músicos. "Sin música no hay fiesta, sin música no hay vida".
Y se despidió. Esta vez de verdad: "Los quiero mucho, Badajoz, nos vemos pronto. Hasta la próxima, chao, chao". El público se quedó parado. En posición de espera. Algunos pidieron "otra" reptidamente, pero no hubo más. Veinte canciones se les quedaron cortas. No habían tenido suficiente. O tal vez sí. El final había llegado, con la esperanza de que haya una próxima vez.
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